viernes, 23 de septiembre de 2011

Radares e interferencias: Palahniuk + Chías = poética snuff

Sobre la poética snuff o ¡esa no es salsa catsup!

Toda vez que la realidad ha superado la ficción, es obligatorio reflexionar sobre la pertinencia de la ficción misma o de categorías narrativas tradicionales como el realismo, para saber si estas logran enmarcar de manera artística y convincente nuestra actualidad.

Para lo mismo surgen algunas preguntas: ¿el realismo ha caducado?, ¿es imperativo ser cruentos en los métodos usados para narrar la realidad desde la ficción?, ¿habría que renovar los dispositivos de concreción imaginativa en las ficciones?, ¿tienen sentido las novelas, los relatos o el drama en un mundo en el cual impera la Imagen por sobre todas las cosas?, ¿de qué manera se puede combatir esa hegemonía de la Imagen desde el arte cuando la poética snuff ha trascendido los límites de la estética para aventurarse al contagio viral de los metaespacios de formulación realística, es decir, el del dominio de los metamedios como reflectores del mundo?

Por un lado, aquello que durante siglos fue conocido como Teatro (un espacio en el que un animador y un público concertaban un pacto ficticio a manera de entretención, juego o relación y que luego se dividió en tres unidades, y más adelante se acotó a un espacio vacío con actores y público) ha dejado de existir. Y, por otro, aquello que durante siglos ha sido entendido como novela: la sistematización de un universo que trata de poner en representación y en simbiosis plena los tipos humanos que en un contexto particular son posibles, también ha llegado a su fin.

Les pido paciencia. No seamos puristas. Cuando digo que han llegado a su fin no me refiero a que han dejado de existir (seguiremos viendo miles de obras de teatro normalitas con gente sentadita en su asiento tragando la información que emitan unos actores y también seguiremos leyendo y se venderán a montones novelas que cuenten historias lineales y que busquen manifestar un universo coherente a pesar de que se presente aparentemente como fragmentada), sino a que han dejado de ser las manifestaciones artísticamente más válidas, más comunicativas, más necesarias y más profundas de nuestra época.

Un ejemplo dramático-escénico: Ternura suite, de Edgar Chías

Lo que hoy existe es el teatro en sus múltiples formas experimentales y los relatos novelescos que potencian la exploración cuántica extrema de las posibilidades de la existencia (ya no solo humana, pues el problema humano es un problema fracasado: no tiene remedio). Algunas de las vetas en las cuales esas nuevas formaciones de narrativas, deteniéndonos en el caso del teatro y la literatura, se formulan con mayor vigor son aquellas que podríamos integrar dentro de la poética snuff, una poética que busca lacerar al destinantario desde un recurso hipnótico psíquico : buscar el rechazo al dolor como dispositivo que abra justamente una órbita aurica parecida a un entre estado mental que se aproxime a la clarividencia y que se expresa en una agitación del cuerpo: eso es una interferencia.
Ternura Suite es la más reciente obra de uno de los dramaturgos mexicanos más importantes de la última década, Edgar Chías, es, sin duda, un texto dramático, escrito para ser representado. Pero en las manos del también dramaturgo, director y actor, Richard Viqueira, quien dirigió este montaje, es también un hecho escénico que sin la escena perdería la mayor parte de su fuerza . la versión de Viqueira es también una provocación que roza los límites de lo espectacular, un acto que sin la influencia de los medios de comunicación masiva (incluidos el cine y la televisión), sin el impacto de la aceleración de la vida (síntoma de nuestro tiempo trans-histórico) y sin la estética más abyecta jamás imaginada (la verdad contada desde su lado más cruento, aquel que es imposible maquillar), no podría valorarse, ponerse en su justa dimensión.

Hace unas semanas, quizá meses, platicando con el autor de Ternura suite, el me comentaba que se trataba (yo no la habá visto) de una obra que hay que ver como se mira Anticristo, de Lars von Trier, el filme por el cual el realizador europeo se autoalabó como una especie de casi dios. Y cuando finalmente la pude ver, con las magníficas y valientes actuaciones de Beatriz Luna y Emmanuel Morales, en el sótano del Teatro Benito Juárez (donde se estrenó), pude comprobar que era cierto, porque la obra maestra del cineasta danés solo puede ser entendida si somos capaces de salirnos de nuestros moldes, incluso de nuestra propia corporeidad, o bueno para bajarle un poquito: si intentamos hacerlo o si imaginamos que podríamos hacerlo, que podríamos ser sentir de formas distintas.

Asuimismo, la obra de Chías solo puede ser vista si somos capaces de salirnos de nosotros mismos para meternos (o si rozamos, en la imaginación, la posibilidad de un sabotaje transidentitario) dentro de los cuerpos de la Anfitriona (Beatriz Luna) y el Visitante (Emmanuel Morales). La provocación de Chías desde el principio es redonda y cruel. Ternura suite no tiene nade de ternura. Es una obra no apta para cardiacos ni para estilistas (como modistas de estética para señoras gordas) del arte. No es apta tampoco para defensores de las buenas conciencias. Tampoco es apta para alguna liga protectora de animales. Y lo es mucho menos para cualquier mente infestada de fervor religioso, ideológico o feminoide (que no feminista o transfeminista).

Ternura suite es sarna, escoria, odio, barbarie, infamia, agriedad.

La anécdota es lo de menos (una mujer es asaltada y violada en su propio departamento y, por azares del destino, tiene la oportunidad de vengarse y aprovecha la ocasión para hacerlo), lo que importa es la sensación de extrañamiento y hostigamiento con la cual el espectador forzosamente saldrá al termino de la función. Cómo lograr esta sensación, era un reto mayor que se impuso el dramaturgo. Y para lograrla no solo el texto fue importante, sino sobre todo la participación del director y el papel y compromiso de los actores.

Ahora bien, Ternura suite no es Anticristo. Como una diferencia muy inmediata odemos decir que la película se detiene en la belleza de lo horrorífico humano. Y la obra de teatro se detiene en lo horroroso de la pretendidamente pura naturaleza humana. Basten como ejemplo dos imágenes sumamente gráficas: el rabo de una rata viva la cual se agita en la garganta de uno de los actores; un recto humano perforado por un taladro encendido; un foco que es intrioucido por la vulva de la actriz.

Con simulacro incluido (en el sentido literal y en el teórico), la pieza propone un paso más cercano al gore (videos de hiper violencia real) pero sobre todo al snuff (asesinatos filmados) que no tanto a la pornografía (aunque hay desnudos, en esta pieza vemos con nítidez las partes del cuerpo que siempre se evaden -el ano, el clítoris- y no vemos aquellas que resultan más eróticas -los senos, el pene), justo en un momento en que la realidad es imposible atraparla en una secuencia de ficción. Volvemos al principio: Ninguna secuencia de cine de horror es más aterradora que un video colgado en Youtube o en alguna de las varias páginas de narcos colgadas en Internet, en el que un grupo de hombres le cortan la cabeza a otro individuo con un cuchillo de cocina: el cuerpo languidece y pasa del temor al pánico en un suspiro, el último, luego un hombre le perfora al interrogado un pulmón mientras otros dos lo sujetan por la espalda, aquel que tiene el artefacto filoso lo toma de la cabeza y pasa una y otra vez el cuchillo sobre las ensangrentadas cuerdas vocales de la víctima como si fuera el asesino un esteta del violín que raspa su arco sobre las cuerdas del instrumento de madera.

¿Cómo ganarle a eso? Tal vez con no negarlo y con prorducir desde el arte sensaciones de reacción parecidas a las que nos ofrecen las tecnologías. Y, bueno, aquí se abre otro problema: si las tecnologías introducen una distancia con ilusión de cercanía ¿cómo superar el simulacro? El dilema ético de nuestra época es: morar en la simulación o preferir las tripas en su rojiza nitidez. Es por eso que la estética nunca ha estado más ligada con la ética que en la actualidad (a pesar de la amoralidad de nuestros días y de las quejas recurrentes que los viejos hacen sobre la pérdida de pensamiento y de valores en nuestra rebasada y líquida posmodernidad). Por esta redimesión de la ética en la esfera de la estética es que se puede hablar de una poética snuff de signo positivo y necesario. Una poética perteneciente a la estética de la interferencia, de signo radicalmente poiético.

No es por otra cosa que hay que ir a ver esa obra de teatro, una pieza con la que Edgar Chías confirma que es uno de los dramaturgos más importantes y arriesgados de la actualidad. Lo mismo que el director de esta obra, Richard Viqueira. La obra es para 20 personas, de esta manera nadie puede sentirse alejado ni ajeno. El teatro traza un puente momentáneo que perfila también una nueva praxis ligada a la desenajenación efímera (eso sí) del individuo.

Y por otro lado, Ternura suite se asienta en el lado light de nuestra relación con la realidad: el video y toma de él aquello que es propulsor sensitivo para sacudirnos las tripas, para invadirnos y para violarnos con la palabra y la imagen. No es teatro de formación ni tampoco es teatro ideológico aunque a lo mejor sí, político, justamente en su sentido ético. Ternura suite nos toca desde la interferencia, desde la incomodidad, y nos concierne porque es sucia y cruel, como nosotros mismos.

Un ejemplo literario: Snuff, el más reciente golpe de Chuck Palahniuk

Si no es suficiente para llamar la atención la premisa de esta obra literaria: una actriz porno quiera establecer un récord teniendo sexo con 600 hombres en una sola corrida; el escritor estadounidense Chuck Palahniuk (autor de una de las grandes novelas de la generación X: El Club de la Pelea) se ha encargado de convertir esa premisa estridente, ruidosa y vil en una novela que se inscribe en la poética snuff, en un sentido más clásico que la obra de Chías.

Snuff se aproxima de una manera radicalmente viva a la más grande y más democrática industria del mundo: el porno (no nos hagamos tarados: ¿cuántos de nosotros no le entramos de vez en cuando a ese fascinante e incalculable mundo del porno que circula en Internet?), y también se aproxima con filo y precisión a los fundamentos roídos de la cultura gringa, (que es también la cultura de la que abrevan la mayoría de nuestras aspiraciones) infestada de fármacos, comida chatarra, velocidad, sexo.
Casie Wright es la anfitriona de esta entretenida narración oblicua que se interfiere por una dialógica problemática que aparece sin orden en los diferentes personajes que son los narradores de la obra. Ella, la gran pornstar, espera la agitación gelatinosa de las panzas que le rebotan sobre el venus y el semen diferenciado de 600 hombres que en esta novela son simplemente números. pero hoy ya nadie se siente ofendido de ser un número. Sheila, su joven asistente, con cronómetro en mano y una papeleta con los nombres de los participantes hace pasar uno por uno a los señores 72, 137 y 600, quienes mientras esperan comen montones de grasosos nachos y con otra mano se masturban para estar listos cuando les toque derramar su chorro. En la sala, una infinidad de televisores que transmiten múltiples imágenes de Casie cuando era más joven, y más frondosa y realmente era un afiche que cargar para cuando la urgencia apremia.

Lo importante de esta novela no estriba en el detalle lúdico de la acrobacia sexual ni en la escenificación espectacular de los fluidos corporales. Lo potente de este estruendo palahniuiesco es que se trata de una brillante y abierta construcción literaria cargada de mucha testosterona, mucho viagra y mucho enredo, mucha ironía, perversión, nostalgia y miedo: mucha muerte. La interferencia per se: ese es el dominio.com de esta estética: su aproximación vital a la muerte, la única materia realmente importante y verdaderamente poética (¡ojo de nuevo!: hablo de materia, no de tema. La materia siempre es la muerte aunque en la obra no se muera nadie ni se aluda a ella).

Palahniuk ya es un escritor maduro, y en esta novela es fiel a su estilo, él habla a su lector preferido: ese lector crudo que o bien es un masoquista o bien es un cínico, ese lector a quien le encanta encontrar en un libro la revelación o el síntoma de que su vida misma y la vida humana en su totalidad es una buena mierda signada por la contemplación de lo abyecto; esos lectores jodidos como el mundo y a quienes la vida los ha formado en el sendero del sufrimiento; esos lectores que son generosos con el regalo más grande que da la literatura (como lo es la retrocognición budista): mostrarte el tipo de calaña que eres e interferirte: la literatura así entendida es como el limoncito en los churrumais o regado sobre las lombrices. Así entendida la literatura es arte y es un regalo que ningún dios puede ofrecerte.

La poética snuff a la Palahniuk es de corte distinto. Es una elaboración que genera metastasis: el foco viral cambia de un personaje a otro y pasa del escritor al lector. Todos somos drogadictos (ya lo dijo hace medio siglo William Burroughs) pero las sociedades más avanzadas en lo económico han generado un capitalismo que genera una industria del fármaco especializada ligada a la industria del sexo, el capitalismo farmacopornográfico del que habla Beatriz Preciado, porque el sexo y las drogas mueven al mundo. Los efectos de una tacha o de la cocaína o el uso del viagra o la inyección de testosterona o nandrolona en el cuerpo incrementan el rendimiento sexual de una manera insospechada. El porno nos vende los modelos. Y cuando eres capaz de parecerte a ese güey que en tu pantallita virtual lleva a la chica hasta el cansancio extremo y no se corre, se convierte en un modelo, una aspiración y de esa frustración el capitalismo de este corte sin duda se ve enormente beneficiado.

En el fondo, Palahniuk también nos devela un mundo sin ser tan directo. Y ese sería su grado poi-ético de intervención creativa: derrumbar nuestro cinismo para aceptar que queremos coger como dioses y que nos encanta estar despiertos y acelerados y rejuvenecer con la activación de una pastillita azul que nos reincorpora a la matrix del deseo. ¿A poco no?

Santiago Valencia
@freilax

jueves, 22 de septiembre de 2011

Programa: Coloquio “Estética / Aceleración / Simulacro"

PRIMER ENCUENTRO DE ARTE, PENSAMIENTO Y NUEVOS RELATOS
TELECÁPITA 2011
PROGRAMA

"Coloquio “Estética / Aceleración / Simulacro"



Lunes 24 de octubre
Facultad de Filosofía y Letras UNAM
Ciudad Universitaria



12:00
Mesa redonda
“Hipervínculos y Nueva Praxis”
Participantes:

“La (im)posibilidad de escritura en La jornada de la mona y el paciente de Mario Bellatin”
Patricia Romero Ramírez (Universidad Autónoma del Estado de Morelos)

“Juan Carlos Onetti: La ciudad hipertextual como respuesta a la fragmentación posmoderna”
Mtra. Alejandra G. Amato (COLMEX)

"La irrealidad de lo mirado da realidad a la mirada: una lectura de Blanco, de Octavio Paz”.
Mtra. Delicia Cebrián López (Universidad Complutense de Madrid)

“En busca del espacio perdido: La poesía latinoamericana como vacío por llenar"
Mtro. Jorge Aguilera López (UNAM)


16:00
Mesa redonda
“Identidades, estéticas y afectos en la virtualidad”
Participantes:

“Anatomía de un Monstruo: Un Acercamiento al Fenómeno de Lady GaGa”
Cecilia Conroy Pacheco (UNAM)

“La herencia de Pierre Menard en La ciudad ausente: Caos, dj´s y mashup"
Jonás Téllez (Universidad Autónoma Metropolitana)

“¡Neta que en su perfil no se veía así!: invención de sujetos en Facebook”
Paulina del Collado (UNAM)

“Identidad y empatía en la época de la imagen: de Kundera a Facebook”
Carla Alejandra González de Pedro (UNAM)


Martes 25 de octubre
Facultad de Filosofía y Letras UNAM
Ciudad Universitaria



10:00
Mesa redonda
“Arte y consumo en el capitalismo avanzado”
Participantes:

“aBaro mata carita. Valor de culto y valor de exhibición en la plástica moderna y posmoderna”
Rodrigo Riquelme Galván (UNAM)

“El flujo y la materia. Dos modos de producción de presencia en la escritura contemporánea”
Roberto Cruz Arzabal (CEPE Taxco, UNAM)

“Subalternidad inmaterial y emancipación tecnológica. Resistencia e insubordinación en el semiocapitalismo”
Lic. César Enrique Pineda (UNAM)


16:00
Mesa redonda
“Habitar el Infierno: violencia, pánico y horror”
Participantes:

“El héroe apocalíptico en The Watchmen de Alan Moore”
Rolando Ramiro Vázquez Mendoza (UNAM)

“The Thanatos Syndrome (1978) de Walker Percy, el desencanto de la utopía postmoderna avalada por la ciencia”
María del Carmen García López / José Roberto Viveros Castillo (Universidad Veracruzana)

“Distopías del cuerpo: transformaciones de la danza en la posmodernidad”
Diana Deyanira López Olmos (UNAM)

“Ciudad de perros eléctricos: una arquitectura de la crueldad”
Lic. Eva Castañeda Barrrera (UNAM)


Miércoles 26 de octubre
Facultad de Filosofía y Letras UNAM
Ciudad Universitaria


12:00
Mesa redonda
“Educación estética en la velocidad”
Participantes:

“El sampling musical: una forma de parodia posmoderna".
Esaú Acevedo Martínez (UNAM)

“Hibridación de los estudios literarios en las sociedades de consumo: apuntes para una heteroteoría”
Mario Alberto Ramírez León (UNAM)

“Ética y Estética: forjadoras de una Pedagogía de la alteridad”
Valeria Gil Orduña (UNAM)

“Políticas de la des-aceleración”
Carlos Misael Ceballos Quintero (UNAM)


Jueves 27 de octubre
Teatro Santa Catarina UNAM
Coyoacán


12:00
Mesa redonda
“Simuladores vs Rebeldes”
Participantes:

"La revolución sí será televisada: hiperrealismo y reconocimiento en “Historia completa de la guerra del 92”
Tania Puente García (UNAM) / Luis Felipe Eguiarte Souza (Universidad Iberoamericana)

“Inception de Cristopher Nolan, la representación del simulacro”
José Ernesto Alonso Hernández (UNAM)

“Un simulacro en el simulador: propuestas reflexivas sobre la construcción
de la realidad en Metal Gear Solid 2: Sons of Liberty”
Lic. David Issai Saldaña Moncada (UNAM)

“Cultura Post-Napalm. La literatura intentando narrar América tras Vietnam”
Marc Delcan Albors (Universidad de Valencia)


Viernes 28 de octubre
Centro Cultural de España, México
Centro Histórico


15:00
Mesa redonda
"Ficción cuántica y tele-narración"
Participantes:

“Copy-Paste: Oliver Pietsch y una nueva narrativa de la muerte”
Gabriela Silva Ibargüen (UNAM)

"Crepas y pastas, fantasmas y monstruos del espacio: evolución del género terror"
Guillermo Alberto Sánchez Delgado (Lengua y Literaturas Hispánicas / UNAM)

"Los muertos, de George Carrington: tele-ficción, memoria y realidad"
Nancy Mendoza Silva (UNAM)

“David Foster Wallace: una aproximación a la incidencia de la cultura televisiva en la literatura de ficción”
Sergio Contla Guerrero (UNAM)


martes, 20 de septiembre de 2011

Smile or die: un monólogo en el fin del mundo




Una vez conocí a un hombre que no sabía leer. Cuando lo veía, sentado en la banqueta, pidiendo limosna, sus ojos azules descansaban siempre en un pájaro o en una flor. Sin mover los labios, podía conversar con todo lo que estaba a su alrededor. Mientras pasaba frente a él, me miró desde el suelo y dijo algo como "hoy, la lluvia lavará las penas del mundo". La gente creía que estaba loco, pero yo deseaba comunicarme con el mundo como él lo hacía. Creía que era un genio.

Ayer, sólo por curiosidad, me paré frente a un espejo y empecé a leer. Mis ojos corrían de izquierda a derecha, como si estuvieran poseídos. Convertía cada palabra de la página en un sonido que escuchaba en mi cabeza y, al mismo tiempo, mis labios se movían de abajo para arriba, como los de un muñeco de ventrílocuo.
Científicos y filósofos dividen la sique humana en izquierda y derecha –el ying y el yang de Oriente, lo masculino y lo femenino de Occidente. El cerebro derecho es místico, espiritual, emocional. El izquierdo es calculador, racional, analítico. Siempre que lees, el lado izquierdo se apodera de ti.

El primer libro escrito con los alfabetos semíticos fue el Antiguo Testamento. Era un libro de reglas, el libro de los Diez Mandamientos. En algún lugar de ese primer texto, había un mensaje del cielo: la naturaleza se encontraba ahora bajo el mundo abstracto del código. El mundo del código contenía la palabra de Dios.

El código se convirtió en lardillos y mortero para neustra civilización, una civliziación de lectores, intelectuales, analistas y procesdores humanos. Nos saturamos con las letras del aflabeto. Antes de que llegaramos a la “Economía del concimiento”, no resultaba obvio, pero una vez que nos instalamos en ella, la saturción se aceleró. Con nuestors dedos en las teclas y nuestros ojos en las pantallas, veíamos y tocamabos lertas todo el día. Al viajar hasta la oficina, naevgábamos en una jugnla de espectaculares que demandaban ser decodifciados (vistos) atentamente.

¿Cuátos billones de letras miré? (Primero las convertía en sonido, luego en palbaras y, finalmente, en singificados). No sé, pero hay lago terriblemnete inhumano en el proceso. Nuestros cerebros fueron bombradeados con las mismas 26 letras, una y orta, y otra vez. ¿De verdad esperábamos que nuestra fomra de pensar no cmabiara?

A través del txeto, nuestras mentes fueron de lo oarl a lo visual. Mietnras tanto, el lado derehco de nuestro cebrero se empolvaba por el abandono y el ldo izquierdo se convritió en rey. Al final sólo éramos eslcavos del aflabeto. Así es como ocurrió. Es por eso que, siepmre que me enrfento al vacío de etsos días, descubro que me osbervan 26 lertas.

Fiumos de lo oarl, a lo lietral, a la lcoura.


-Timothy Querengesser

Traducción de Luis Miguel Albarrán

sábado, 17 de septiembre de 2011

Previously on... Dr. House

Impactante e inesperadoJustificar a ambos lados
Cuando los celos atacan: primero te hierve la sangre (una hiperactividad interior que se muestra con un estatismo fulminante), lo siguiente es la necesidad de hacérselo saber a la persona que te cela de un muy buena forma, idear un plan en caliente, después llevarlo a cabo (dependiendo de la magnitud que se desee) no tarda más de dos minutos y al final llega la satisfacción de que la estupidez está hecha (claro que se sintió como el plan maestro jamás hecho, pero sólo por un momento). Así fueron los últimos minutos de la séptima temporada de la teleserie Dr. House: impactantes e inesperados.

Cartel de la nueva temporada de Dr. House

La secuencia lógica tendría que haber sido la cárcel y después el psiquiatrico pero esta tele-serie es famosa por las transgresiones de lugares comunes y por dejarnos absortos tanto en finales como en inicios de temporadas; sí, la cárcel es la siguiente parada de nuestro Dr. sarcasmos-perfectos y esta nueva etapa se transmitirá sin uno de los motores principales de la excentricidad Housiana: Cuddy, la única a la que Gregory House le ha lloriqueado. Se dice que el motivo de su salida fue que no le renovaron el contrato por recortes en el presupuesto, aún así ¡ánimo! pues también vienen nuevos personajes que llegarán a sacarlo de la dinámica acostumbrada.

En el pasado, House fue internado en el psiquiátrico para curarse de un mal que le aqueja desde hace mucho: ser él mismo al límite, exaltado por su dependencia al vicodin. Luego sale de ahí con la convicción de no ser él y en ese afán se aleja del hospital pero se da cuenta que resolver acertijos médicos y con ello ser DR. House es una mal necesario para su vida. Sin embargo, en esta siguiente temporada, la número ocho, House llega a la cárcel a cumplir con la responsabilidad que exige un acto así, la responsabilidad de un impulso venido de las entrañas, como tantos otros hemos visto sin que ninguno pase de una humillación pública. De esta forma, la gran incógnita de la nueva temporada es ¿cual será la reacción de House preso? Sabemos que la mayoría de las veces un infantilismo puro sale a flote en él pero... la cárcel es una experiencia perversa, sí pero... House puede ser muy perverso, sí pero... la cárcel hace pagar por los crímenes, sí pero... House sólo iba a regresar el cepillo, sí pero...

Varias interrogantes

¿La cárcel logrará que un personaje tan excéntrico se deje llevar por el sentido de comunidad como le ocurrió en el hospital psiquiátrico? La cárcel promete una amistad y un enamoramiento igual que en el loquero pero Gregory siempre es mediado por las personas que lo rodean y un personaje encarnado por una comediante (Charlyne Yi) quizá distorsione un tanto las cosas.

Se dice que ésta podría ser la última temporada de Dr. House pues Hugh Laurie dice estar cansado de ser una ficción. Esto no se termina hasta que se termina, e introducir 3 personajes nuevos (los actores Jaleel White, Odette Yustman y la comediante Charlyne Yi) no suena a querer terminar una serie. David Shore, el creador de la serie, ha declarado que tanto Fox como Universal Channel quieren otra temporada. Los fans estaríamos encantados. Lo que es cierto es que House M.D. sin Hugh (y sus 700,000 dólares por capítulo) es impensable y habrá que ver cómo resulta esta temporada, pues para tener un final épico no se debe agotar el personaje ni la trama.

¡Larga vida a Dr. House! Larga vida pero que sea buena vida.

Nancy Mendoza
@naucycaa

viernes, 16 de septiembre de 2011

Escaleras en el abismo: Gritos a la orden del día

¿Cuál sería el primer ideal a abrazar?

“[…]¡Qué de horrores, Creciendo siempre en crímenes mayores,
El primero a tu vista han aumentado!

La astucia seductora

En auxilio han unido a su violencia:

Moral corrompedora

Predican con su bárbara insolencia […]”

Andrés Quintana Roo, Dieciséis de septiembre.

Imagino a los reporteros, más deformes de lo normal por culpa de la configuración de la pantalla. La tele se encarga de distorsionar su imagen y ellos la realidad ¿o será al revés? Pienso en la cobertura del evento: luces, fuegos artificiales, la alegría desbordante. En mi mente voy hilando con poco a detalle lo que pudo haber sido una crónica muy personal del festejo…

Ayer, quince de septiembre, ineluctablemente, muchos mexicanos, si no es que la gran mayoría, se disponían a dar el grito. Ya desde antes oia a algunos desde la ventana de mi cuarto. Es un grito seco, lacerante, uno que desgarra la piel.

El balcón principal del Palacio Nacional, desde donde el Presidente da el "Grito".

En la Plaza de la Constitución, el Ejecutivo asoma ligeramente su presencia en el balcón de Palacio Nacional, está concentrado en reunir la suficiente fuerza en su estrecho tórax para recordar el llamado de aquellos héroes nacionales. Mientras, en alguna calle del Estado de México, una joven se le adelanta; también tres muchachos más en un oscuro pasaje de la ciudad, de cualquier ciudad, de cualquier pueblo, de cualquier lugar, se anticipan con un clamor que es sofocado por la oscuridad.

Parece que Felipe Calderón no está completamente arriba del estrado puesto en el edificio, quizá no se decide a subir del todo. Sin embargo, mira hacia abajo y siente una efímera felicidad de magnificencia que le otorga la alta construcción. ¿Complejo de grandeza? Yo no sé, pero aún es quince y la fiebre septembrina parece bullir en todos los rincones.

Todos los pequeños montículos del Zócalo permanecen embebidos y el otro ínfimo montículo del balcón hace sonar la campana. Entonces grita, la multitud grita, la tierra grita, las víctimas gritan, los descabezados y los amordazados, las mujeres ultrajadas, los hombres apuñalados, las madres sin hijos, los esposos sin compañera, los niños sin infancia, el asesino sin futuro.

Versión paródica del famoso cuadro El grito, de Edvard Munchen.

Quince de septiembre y todo México alza su voz para emitir un estertor que es ahogado en cohetes, en un hipócrita ¡Viva México!, cuando en realidad pareciera que muere, en aplausos que no saben qué celebran, en ovaciones que se pierden en el aire para recibir la madrugada del dieciséis.

Se entona el Himno Nacional, el grito de guerra, uno que está a la deriva desde hace muchos años. La multitud se disuelve, ¡otro festejo inolvidable de una fecha que ya no tiene el mismo valor significativo! Ahora sólo es un comercial más de alguna mala serie televisiva.

Un año después del Bicentenario

Hace un año, entre incertidumbre y una extraña melancolía, se festejó el bicentenario de la Independencia. Una de las fechas más importantes, según los medios, para México. Con estas líneas no lo reniego, tan sólo enfatizo la importancia que representa para nosotros. Pienso en la década del naciente siglo XIX: un hervidero de ideas, inquietudes, desajustes sociales, reflexiones, etc., que ocasionaron en parte de la sociedad criolla un deseo de repensarse. El movimiento, no solamente armado, sino mental y reflexivo primordialmente, amplió las expectativas de esa parte letrada de la sociedad. Primero, los criollos se atrincheraron en la disidencia, aquella barrera donde sus quejas, diferencias e inconformidades hacia el gobierno, la desigualdad y la injusticia racial se asomaban temerosamente tras el resguardo de cierto anonimato. No faltó mucho para la toma de armas, aquella donde se camina con la voz en alto al lado de la muerte. Sí, fue importante el deslinde de España, pero que no se tenga en un pulcro pedestal. Como todo, también tuvo sus desventajas. ¿Hace falta recordar todo un siglo para acentuarlas?

Ahora, ¿por qué traigo esto a colación? Lo hago porque creo que nuestra actualidad, así como hace dos siglos, necesita repensarse. Esta noche todos los medios nos hablan de lo formidable que estuvo el ambiente capitalino. Ni se diga lo ensalzado que estuvo hace un año. El discurso empleado por el gobierno era simplemente incongruente con los hechos. El horror, los crímenes y la violencia parecían haber mermado, casi desaparecido; pero lo único que se hizo fue vestirlas con trajes patriotas y relegarlas con un sombrero charro, a pesar de saber que han acompañado al hombre desde que es hombre y siempre permanecerán entre nosotros.

Así, nuestro querido Quintana Roo nos lo canta en su poema que me sirve de epígrafe para esta breve nota. Si comparamos las situaciones –las de él y las nuestras– veremos que son distintas, pero que comparten muchas cosas en común. Ambas fechas, aunque distanciadas por doscientos años, sufren los desperfectos del ser humano, de su ambición, de su indomable racionalización y pareciera que no dejan espacio para el sueño. Sin embargo, considero que haber comenzado con la insurgencia en el remoto 1810 fue uno de los enormes pasos que dieron los grandes soñadores de la época. Fueron los que estaban seguros que un futuro –nuestro presente– iba a ser mejor.

Ahora nos percatamos que los hemos defraudado. Por eso pienso en la innumerable decapitación de sueños y pregunto a todos aquellos a quienes nos gusta imaginar: ¿cómo debería ser el primer grito a recobrar, el primer ideal a abrazar en nuestro turbulento siglo XXI?

Rolando R. Vázquez M.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Radares e interferencias: Alison Mosshart / Nike / Back to The Future

Interferido sobre la cinta

Una de las formas de la estética de la interferencia es aquella que se conforma por secuencias del pasado (por ejemplo los deja vous) que redimensionan o potencian la dimensión inicial del suceso aparentemente nuevo, los momentos actuales. El yo sufre una breve y proteica dislocación del centro y por un instante surge la sorpresa y el descuadre, incluso el roce con experiencias de otras vidas, de otros mundos y de otros cuerpos. Esto sirve para el plano de la vida o de la ficción.

Alison Mosshart en el José Cuervo Salón, 9 de octubre de 2009.

Alison Mosshart, vocalista de las bandas The Kills y The Dead Weather, dará este miércoles un concierto en el José Cuervo Salón acompañada en la guitarra por el músico Jamie Hince. El día de ayer mientras corría unos breves minutos sobre una caminadora eléctrica tuve una visión, mientras al lado mio otro chico corredor reía porque en las pantallas del gym pasaban la teleserie The Big Bang Theory, solo que como me quedaban muy lejos yo no alcanzaba a ver nada pero comprendía, por las risas espontáneas del joven, que el episodio habría de ser muy gracioso.

En la visión se conjuntaba mi novela (inédita, oculta, cerrada) la figura de Alison Moshart sobre el escenario, y mis pies forrados en unos tennis nike que me encantaban: unos negros lunarlite con los cuales literalmente me sentía un caminante lunático, fueron los primeros tenis con los que sentía que flotaba.
Tenis Lunarnite de Nike. ¡A poco no están chidos!

En fin, como no me podía distraer ni por las imágenes de las pantallas ni por la música (no porque no la escuchara sino porque no me prendía), me tuve que entretener con mi propia cabeza. Y recordé que esa era una de las cosas que más me gustaba de correr y recordé el título de un libro del escritor japonés Haruki Murakami, De qué hablo cuando hablo de correr. Bueno pero si estaba corriendo qué de revelador tiene recordar que pensar es algo que me gustaba hacer cuando corría. Fue tan importante en el pasado que, por ejemplo, corriendo fue como se me ocurrió el final de mi primera inédita y escondida novela.

Es que hay un punto cuando corres en el que la resistencia se reblandece y justo antes de que se te doblen las patitas respiras fuerte y surge una energía de reserva, así como le pasa a la locomotora de Volver al futuro III con la cual Marty McFly vuelve a 1985, locomotora a la que el Dr. Emmet Brown le pone unos como carretes enormes de hilo de color o enormes fusibles fluorescentes cuyo contenido en realidad es pólvora y otros minerales, los cuales ayudan al Delorean a alcanzar la velocidad mínima requerida para viajar en el tiempo. Esas sustancias, entre endorfinas y adrenalina, las segrega nuestro propio cuerpo y es algo así como sacar lo que hoy conocemos como el ¡fua!

Fotograma de la película protagonizada por Michael J. Fox

Hablando de interferencias esta columna ha sido interferida, hablando de tenis, del paso, del tiempo y de las habilidades perdidas, recuerdo el modelo de colección Back To The Future que acaba de poner en subasta la compañía Nike, cuyos fondos serán destinados a la Fundación que preside Michael J. Fox que combate el mal de Parkinson.




Lo que sigue no lo digo por presunción, de hecho lo digo con un tanto de nostalgia. Como el sentimiento no es lo importante para lo que voy a tratar me permito hablar de ello. Hace dos años llevaba una rigurosa actividad de preparación física, de tal forma que durante 4 meses entrenaba haciendo ejercicio de pesas pero sobre todo cardiovascular. Corría 6 0 7 km diarios entre semana, los cuales los alcanzaba en alrededor de 30 minutos. Además, los fines de semana corría en los Viveros de Coyoacán y me echaba cinco o seis vueltas, considerando que la extensión de la pista del parque es de alrededor de 2km (me parece que son 1,800 metros) corría entre 10 y 12 kilómetros.

Esa media hora requiere mucha concentración y control para no desgastarse, dosificar la energía y calcular la reserva. Ya fueran treinta minutos o una hora, es un lapso lo suficientemente amplio para pensar, aún si nos ponemos los audífonos y nos atascamos de Muse o Lady Gaga o Massive Attack o Bjork o Nine Inch Nails o Asian Dub Foundation o The Chemical Brothers. Así que además de controlar el cuerpo, escuchar música, hacer morder el polvo a las chicas, señoras y chavos que dan una vueltita con trabajos o morder el que dejan a su paso los maratonistas profesionales, esa actividad era sumamente reflexiva, y hasta intelectual, ¡por Dios que sí! Sin duda, mi actividad laboral era menos demandante. Telecápita no estaba en el mapa.

Ahora bien, recuerdo todo esto porque el 9 de octubre de 2009 mi novia me conminó a conseguir boletos para poderir a ver a The Dead Weather, cuyas figuras principales eran Alison Moshart y Jack White (siempre me confundo entre él y Jack Black). Fuimos. Nos echamos unas chelas. Y llegamos a colocarnos, a viento y marea, muy cerquita del escenario, como nos gusta hacerlo casi siempre que vamos a un concierto de rock. En pocas palabras, el concierto fue sensacional. Tanto Jack como Alison derrocharon su talento y el misterio que los envuelve.

White es todo un domador del escenario, es un verdadero rockstar. Y Mosshart es la sensualidad a plomo. No es precisamente guapa pero sí es sumamente atractiva sobre todo cuando con un flequito o con unos anteojos oscuros se cubre los ojos, camina lentamente sobre sus tacones que sostienen sus afiladas piernas cubiertas por un ajustado pantalón de mezclilla. Ella se mueve lento en el escenario. Se mueve poco a poco como una bailarina erótica: perfila el desnudo pero lo posterga y, más bien, lo detiene en la imaginación.

En aquel concierto hubo mucha euforia. Incluso Le Butcheretes que fueron las abridoras nos dieron un muy buen sabor de boca por sus loqueras en escena. Brincamos todo lo que pudimos. Y al final, salimos empapados por la exposición durante un par de horas al sudor propio y al ajeno. Esa comunión que solo nos permitimos cuando nos entregamos al rock.

Los que saben pueden estar de acuerdo en que estar hasta adelante en un concierto de rock es cansado, se necesita fuerza y voluntad, no solo capacidad toráxica y pasión, sino también buenos brazos y buenas uñas para agarrarte. En algún lapso del concierto, la agitación del mar de cuerpos provocó que yo realizara un movimiento de cadera muy forzado. Me dolió un poco la espalda baja. Pero no le di mayor importancia. Cuando terminó el concierto salimos a la fría noche de una colonia limítrofe entre el living la vida loca de Polanco y la precariedad de la Pencil, empapados de sudor.

Al día siguiente sentí una ligera punzada. Cualquier cosa. Decidí ir a hacer ejercicio. Me subí a la caminadora. Caminé un poco y luego le trepé a nivel 14, velocidad en la cual podía hacer 7 kms en 3o minutos. Pero no me sentía cómodo. Comencé a sentir un dolor en la nalga izquierday en la rodilla. Pensé que se debería a que yo estaba un poco frío y entonces corriendo se me quitaría. Pasaron cinco minutos y lo que comenzó como una molestia se convirtió en un fuerte dolor.

A esto siguió un dolor fuerte al pararme, al subir escaleras. A dejar de correr. Se trató de una lesión en el nervio ciático. Luego, algunos ejercicios terapeúticos, inyecciones de Dolo Neurobion, nada de movimiento, nada de correr. Pasó casi un año para que pudiera trotar sin mucha molestia. Ahora, pervive un dolor en la rodilla izquierda. Pero en lugar de alcanzar 7 km en media hora, con esfuerzo alcanzo cinco.
La mente funciona de formas sorprendentes. Un momento de distracción y una sonrisa, lña del chico de al lado, me hizo recordar ese lapso en el cual correr significaba casi casi una especie de meditación (en realidad tiene mucho que ver por la manera en que se debe respirar), y vino a mi mente el momento o la razón de la fractura: un concierto de rock, en cuyo centro estaba una mujer (Mosshart) que veremos otra vez mi novia y yo dentro de unas horas cuando acudamos al concierto que los Kills ofrecerán el día de hoy.

Tal vez sea momento de volver a correr a 7/30. Tal vez ya no se puede. La interferencia es caprichosa porque es un desajuste, así como al disonancia metafísica que menciona Lukacs en su Teoría de la novela, cuando habla sobre lo que provoca el arte o lo que es: siempre es una disonancia metafísica.

Estoy convencido que el arte también son impresiones, ya no solo objetos, y que estos a veces son incluso regalos mismos de la experiencia. La tarea sería desarrollar una mente adecuada para advertir las interferencias, esos relámpagos que nos descolocan y nos sacan del tiempo presente y de la normalidad aparente. Es mucha la creación que excede a lo creado. Cuando lo creado repercute y hace eco en la vida personal, ahí también existe arte, instantes que no se compran ni se venden en galerías, momentos que no se planean, flujos que solo se perciben o que se cree fueron percibidos. Las interferencias son sutiles. Nos ponen cerquita de la mente más sutil.

Santiago Valencia
@freilax

lunes, 12 de septiembre de 2011

Finding my religion: Dalai Lama



I

La niña le pide al papá: “Papi, ¿me compras un paragüitas?”. “No, hija. No está lloviendo ni hace calor, no lo necesitamos.” Y la niña sigue caminando de la mano de su papi, entre la gente. Se ha dado cuenta, después de intentos anteriores con palomitas de maíz, pizzas, binoculares, cojines de colores y coca-colas, que el papá no le va a comprar nada y que ella sólo podrá jugar con el cepillo de peinar que lleva guardado en su bolsita.

La niña entra a un estadio de futbol, pero no sabe muy bien a qué van ahí. Ha escuchado decir a su papá que verán un santo (o algo así), pero tampoco sabe qué significa eso. Ella sólo observa esos lindos paraguas verdes hechos de cartón; cuando llegan a la cancha se queda embobada con las banderas multicolores y tiene unas ganas inmensas de jugar en esa gran extensión verde: correr, perseguir los aviones, pero hay mucha gente vendiendo cosas por todos lados y se oyen voces desde todas las bocinas. Mejor se queda con su papá, saca el cepillo que trae en su bolsita y juega a que deja la cabellera de su padre perfectamente arreglada. Con mucha paciencia, peina una y otra vez el cabello canoso.


II

Sale el Dalai Lama ante una multitud de más de 30 000 personas, lleva su atuendo de monje y no le falta -para completar su imagen “buena onda”- una cachucha con logo de Cruz Azul, patrocinador de este evento en el que participa Su Santidad.
Está hablando de la igualdad entre todos los humanos, la calidez del corazón y la capacidad de amar a todos los seres sintientes, mientras dos guaruras tipo “Smith” de la Matrix sostienen unas sombrillas para que Su Santidad y su acompañante, no se tuesten ante la presencia del sol en este día tan raro. De veras: empezó con mucho frío, después quería llover, cuando salió el Dalai Lama también se asomó el sol, pero cuando vio que la plática iba para largo, nos tuvo verdadera compasión y volvió a ocultarse detrás de las nubes.
El Dalai Lama se sonríe de todo, como un niño: dice que los mexicanos se parecen a los tibetanos y sonríe, dice que la gorra del Cruz Azul es suficiente para taparse el sol y se ríe, dice que se va a sentar y se ríe, mira cada avión surcar el cielo y ríe, saluda y ríe.







III

Tres mensajes son los que particularmente rescato de la plática que dio Su Santidad el Dalai Lama en el Estadio Azul, este domingo 11 de septiembre de 2011:
1. TODOS, absolutamente todos los seres son aptos tanto física, como mental y socialmente, para desarrollar la calidez del corazón, que no es otra cosa que la compasión, es decir, la capacidad de reconocer que sientes exactamente lo mismo que el ser que tienes enfrente, conmoverte por ello y tener la convicción de tratarlo con la misma ternura (o cólera) que te gustaría ser tratado.
2. El DESAPEGO no es dejar de desear las cosas de este mundo, no es renunciar a querer nada, sino, muy por el contrario, expandir nuestro corazón y amar cada vez más y más a cada una de las manifestaciones de la existencia del universo.
3. El hombre no necesita una religión para desarrollar la compasión o la práctica de desapego, sólo necesita darse cuenta que el desarrollo material del mundo exige también un desarrollo de la conciencia del individuo: si aspiramos a un mundo sin fronteras, podemos empezar a derribar la frontera entre tú y yo.


IV

Al final de la conferencia cantamos una plegaria por la larga vida al Dalai Lama (cuestión que al parecer le preocupa mucho) y Su Santidad se tomó una foto con los representantes de diversas religiones.

Pero cuenta un libro titulado La gran falacia, que si esta conferencia se hubiera llevado a cabo el 21 de marzo de 1996, Su Santidad hubiera tenido que advertir a la audiencia un pequeño detalle:

“[...] he dicho que no se permite que haya devotos de Dolgyal en esta audiencia, si la enemistad entre deidades causa discordia entre los humanos, será la perdición espiritual [...]. Esto también afectará a la duración de la vida del maestro espiritual.

Por lo tanto, ayer decretamos que los que confíen en Gyalchen no pueden estar entre nosotros... Si alguno de vosotros sois practicantes de Shugden y, sin yo saberlo, os habéis infiltrado en esta asamblea, por vuestro bien es mejor qie os vayáis. Si os negáis a hacerlo, no os beneficiará y en el peor de los casos podría hacer que se acorte la vida del Dalai Lama. Si queréis que el Dalai Lama muera pronto, entonces no tengo nada que objetar. Si hay personas que desean continuar confiando en Gyalchen, es mejor que se levanten y se vayan, si no las hay, todo está bien.
[...] si vosotros, monjes y maestros espirituales, seguís poniendo excusas y continuás venerándolo, algún día lo lamentaréis.”

Para despedirse, el Dalai Lama dijo que hablaba no como un creyente, sino como una persona que quiere dar un mensaje de paz. Entonces, ¿todo este tiempo hemos estado escuchando los consejos de una persona que pretende la inmortalidad? Ya no entendí nada.


V

Salgo del estadio contenta por el clima y porque pude ver en vivo la imagen que compartí en la entrada anterior: representantes de diversas religiones compartiendo más que un espacio, el calor de una mano, la calidez del corazón.

La conferencia del Dalai Lama se llamaba “Hallando la felicidad en tiempos difíciles”. Pienso en lo fácil que es para un niño encontrar la felicidad por el amor, dejando pasar todos esos objetos de juego para sonreír simplemente peinando y contemplando la belleza de un cabello.


DTZ

9/11 : 10 AÑOS DESPUÉS

El infinito en perspectiva

Una década ha pasado desde aquella mañana trágica del 11 de septiembre del 2001 en la que, a juicio de varios pensadores, no solo se vinieron abajo dos de las torres más grandes del mundo construidas por el hombre enguyendo en sus escombros a 3,000 personas, sino que se vino abajo una manera de ser en el mundo; no una manera de organizarse, sino una manera de vivir.

La imagen tomada por el fotógrafo de AP Richard Drew el 11 de septiembre de 2001.

Más allá de que 12 años atrás de aquella fecha el mundo se hubiera convertido en una única unidad operativa con la caída del Muro de Berlín, y la incertidumbre inherente a la ideología del libre mercado se hubiera instaurado en nuestros hogares, esa sí paradójicamente como una certeza, a partir de aquella mañana nos revelaría la real fragilidad de nuestras vidas, la inexistencia de una potencia dominadora con los hilos de la historia en la mano, y un símbolo: el atentado contra el mundo supremo, ese que es ordenado desde la bolsa y las finanzas, ruleta rusa en la que a unos cuantos se les permite jugar y enriquecerse o al menos tener alternativas a costa de una infinidad de despojados de quienes, sin embargo, se sustentan para la obtención de riqueza.

Se puede ser más agudo en el análisis de época pero queremos que esto nos sirva de base para plantear algo que nos parece un poco más cercano: el miedo, esa manera de vivir, el miedo recrudecido y remezclado, ese miedo que está más allá de la amenaza nuclear y que es un miedo más cercano a la perfecta incertidumbre de saber si estamos vivos o más bien ya estamos muertos, ese miedo que es el lado b de una nueva barbarie en la que el enemigo simple y llanamente es cualquier otro, ese miedo que nos hace reaccionar como entes sin conciencia, como lobos enjaulados, como seres violentos.

Una vez que el mundo ha llegado a un grado extremo de exposición frenética casi ritual al imperio de la Imagen y la Violencia, bastó una secuencia visual (ni siquiera imaginable para los estudios hollywoodenses) para cambiar nuestra percepción del peligro y de los límites de la realidad (la ficción a partir de ese momento quedaría rebasada por la realidad, lo mismo ocurre con las ficciones en torno de los narcos y los videos snuff grabados por los sicarios).

Una imagen capturada por un bombero en la que se ve el momento exacto en el que un imponente boeing hace un ligero quiebre para insertarse de manera justa y perfecta en uno de los flancos de la Torre norte del Worl Trade Center, complejo mejor conocido como "Torres gemelas". Una imagen que nos acompaña desde aquel momento y hasta nuestros días, de la misma manera que aquella de un individuo anónimo que perdiendo toda esperanza decidió lanzarse al vacío, imagen tomado por el fotógrafo Richard Drew de la agencia AP, y que logra más peso relacionada con una escena del documental 9/11 de los hermanos Jules y Gedeon Naudet, en la cual un grupo de bomberos al llegar al lobby de la torre norte escuchan una serie de golpes en el techo y deducen que se trata de las más de 200 personas que prefirieron lanzarse a la muerte antes de caer junto con los demás. El imperio de la Imagen secuestró desde aquel momento nuestra sensibilidad y anuló nuestra inocencia.

En la reflexión sobre el 9/11 no puede dejarse de lado el recrudicimiento de la violencia que azola a nuestro país ni la exposición sistemática a la que nos someten los actuales medios digitales porque van de la mano. Y en ello nos va una pregunta: ¿qué niveles de violencia estamos dispuestos a seguir aceptando? La pregunta va desde lo más cercano, el desdén violento que nosotros mismos aplicamos hacia los demás, hasta la crítica a las decisiones gubernamentales.

Damos por sentado que la violencia es una parte sustancial de la vida y de lo humano pero no lo es en los límites actuales en que la padecemos. Vivimos en una sociedad violenta, eso es un hecho, expuestos de manera física y virtual a modos inauditos. Pero, en la generalidad, como estudiantes de Letras solemos tomar una cómoda distancia que va de la crítica rabiosa, la ignorancia supina y la indiferencia rampante.

Uróboros es un grupo de crítica y reflexión en torno del arte contemporáneo que forma parte del Proyecto Telecápita. En este primer número hemos desarrollado algunos textos sobre el tema de la violencia con los cuales no nos interesa ofrecer verdades sino invitar a la Comunidad de la Facultad de Filosofía y Letras a sostener una reflexión continua con el fin de quitarle la máscara a la violencia que padecemos, máscara con la cual los medios oficiales la maquillan y la ponen en el set de televisión, lo hacemos para poder conocerla, para poder acercarnos a ella y después, quizá, atacarla. Cumpliendo una consigna de Telecápita: ¡Asaltar la fábrica de la realidad!

viernes, 9 de septiembre de 2011

Escaleras en el abismo: lucubraciones de la Secretaría de Enajenación Pública




Hace aproximadamente un mes La jornada presentó una noticia interesante. Ésta fue la puesta en escena de una de tantas advertencias y quejas contra lo que se ha convertido, desde hace poco más de dos años, en una burla educativa de parte del gobierno y sus vasallos de la Secretaría de Enajenación Pública. Tal vez debimos percatarnos que nada mejoraría cuando la cabeza de mentada institución premió a uno de los grandes títeres de la caja chica –Juan Osorio–, según, que por su beneficio a la educación, ¡ajá! ¿Cómo no nos dimos cuenta antes de tan grandiosa joya televisiva? Estoy harto seguro que Una familia con suerte tiene una enorme calidad ética, filosófica y, sin duda, artística que cualquier libro de Ramón Xiraú o Platón no poseen.

¿El problema? Pues el ya tan mencionado conflicto de la eliminación de la filosofía de los programas educativos, en particular la nota de Karina Avilés publicada el 9 de agosto, la cual enfatiza: “un veterinario podía dar clases de filosofía”

No me inmiscuiré con los alcances de dicha frase, tengo la fe puesta en la ingenuidad de un ser humano, pues supongo que la idea de un veterinario impartiendo clases de filosofía es para sustentar el discurso que las mafias enredadas en la SEP se guardan en la bolsa: la persona inadecuada en el cargo inadecuado. Sin embargo sí quisiera remarcar unos puntos.
Pensar (y es precisamente esto lo que atacan) la filosofía fuera de los planes de estudio es igual de absurdo que imaginar la exclusión de cualquier otra disciplina, pues de alguna u otra forma su ausencia limita a los estudiantes a obtener algo –un gusto, una vocación– que en el futuro les sirva.

Esta iniciativa de la SEP, bautizada como Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS), es muestra de la falta imaginativa que se ha hecho patente en el sexenio que está por finalizar. ¿Por qué la filosofía? Porque es la que va de la mano con la idea, la que problematiza –en una de sus tantas tareas– el discurso político, la enredadera informática de los medios y del Estado. Y aceptémoslo, a nadie le gusta que le digan mentiroso, mucho menos a los que controlan los universos de información.

La manera en que la institución pretende manejar –y por esto entiéndase manipular o eliminar– los contenidos es una forma de escindir a los individuos, ya tan fragmentados como consecuencia de una especialización. También responde al “éxito” educativo del que se vanagloria el ejecutivo. Se declara presidente del empleo y el desempleo aumenta, no sería extraño que se autonombrara presidente de la educación y las universidades públicas terminaran privatizadas, con materias humanísticas fuera, claro está. Hay que aprender a desconfiar cuando el nombre publicitario del presidente hace pensar en mierda.

Este paso que la SEP da con la reforma es, tristemente, una jugada que parece vencedora. Habría que preguntarnos quiénes son los que ven serios perjuicios a lo largo de la falta de materias humanísticas en las escuelas. Imaginemos: la Secretaría aprueba la reforma; pocos nos oponemos; nos enfrentamos a instituciones intransigentes y luego nos preguntamos: ¿quiénes realmente leen filosofía?: Jaque Mate. Es evidente que en México no se leen tantos libros de filosofía, arte, historia, etc.,

Mi intención no es decir que ya no hay nada por hacer. Si problematizar las propuestas del gobierno –en este caso la reforma educativa– es el primer paso para que las humanidades lleguen a un amplio número de receptores y que las sepan integrar a su vida diaria –porque también en eso consisten la filosofía y la literatura–, entonces tenemos mucho camino por construir. Escribamos el primer peldaño.

Rolando R. Vázquez M.


jueves, 8 de septiembre de 2011

Previously on





Al principio fue la luz… luego llegó la familia amarilla (bueno, me salté una que otra etapa pero no importan) la familia que me vio crecer, bueno… que yo vi mientras crecía, la familia que me educó y me mostró el camino para apreciar el esplendor de la pantalla chica: las teleseries.
Y es que la caja tonta, que en sus entrañas mexicanas teleabiertas estaba infestada de las virulentas telenovelas y programas ridículos, llegó a una madurez con las series de televisión que ahora sobrepasan los límites del entretenimiento para engacharnos con la fragmentación, bueno, la serialidad (para quienes se pongan exquisitos). La totalidad en ligeras entregas (de apenas 50 minutos las más largas) parecidas en estructura a sus ancestros, las caricaturas.

Porque sí, los contenidos que ofrece nuestro habitante de cada sala son en extremo variados pero las teleseries han invadido nuestra cotidianidad, nuestra intimidad; porque, aceptémoslo, asistimos contentos a grandes hospitales gringos varias veces a la semana (no así a ver a la abuela), porque nuestros queridos agentes del FBI son tantos como los perritos en situación de calle que buscan un amoroso hogar (no malinterpreten, soy fan de los agentes tanto como ustedes), porque los extraterrestres llegaron ya y ganas no nos faltan de bailar cha cha cha con ellos. Porque los amamos y son nuestros héroes, porque a sus enemigos los odiamos igual que a los manifestantes cerrando avenidas principales a la hora en que el sol nos rostiza vivos (y ni siquiera nos da vueltitas), porque lloramos y nos reímos con ellos (a veces también de ellos, esos que nos tiran de la risa, verdad Sheldon).

Son nuestros amigos, nuestros hermanos, son en lo que queremos convertirnos: salvadores de vidas por enfermedad o por balas, salvadores de la humanidad, salvadores del aburrimiento por ser uno mismo. Estamos tan ligados a las series que nos afecta saber que por problemas con los productores, creadores, directores, miembros del elenco o situaciones polémicas nuestros queridos personajes estarán muertos en capítulos próximos, afortunadamente ese tipo decisiones suelen dar giros interesantes a las historias; pero nuestra tremenda afinidad no se queda ahí pues nunca falta el provocador impulso de reimaginar la historia.

Previously on… la afectación de las series en los televidentes, los actores y la reimaginación las hacen entes vivos.

Nancy Mendoza

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Sobre la tragedia ocurrida en Monterrey

Con el riesgo que implica pronunciarse en un contexto bélico imparable que exige casi casi un pronunciamiento diario.

Estemos de acuerdo: la situación política y social en que vivimos es insostenible. La tragedia ocurrida en un Casino de Monterrey hace un par de semanas, operada por un comando criminal que asesinó a 50 personas adultas, la mayoría mujeres, no es un acto aislado de terrorismo inédito, sino resultado de una profunda descomposición que alcanza a la sociedad, las estructuras gubernamentales, estatales, federal y municipales, y al sistema político mexicano empantanado en una lógica de corrupción, indolencia, impunidad e ignorancia.

La mediacracia convierte a toda tragedia en un bombazo. La reacción debe ser coyuntural, inmediata y repetitiva. Por tanto, se debe acudir al diccionario discursivo desde el cual se esgrimen los panfletos, comunicados y pronunciamientos oficiales. En esta ocasión lo mismo pero sin perder de vista lo mediático del asunto. Por eso el Presidente Calderón calificó a este hecho como un acto de terrorismo y declaró tres días de luto nacional.

Bien medido es triste pero estas muertes no tienen nada de extraordinario en un país que atraviesa por un momento violento , ese sí, extraordinario. Entendemos que se trataba de hacer un desplazamiento ("esta Guerra no la alimentamos nosotros"), hacer manejo de crisis ("el mensaje es: estamos trabajando y tenemos todo bajo control") y aprovechar una oportunidad ("Tío Sam, échame la mano; no te olvides que los esclavos los ponemos de este lado"). El Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, respondió atemperando los ánimos calificando como "brutal" a este acto criminal.

Le bastaron dos minutos al comando presuntamente conformado por sicarios de Los Zetas para entrar al local, incendiarlo y desatar el pánico en la ciudad norteña, que era hasta hace unos años el símbolo de la industrialización nacional. Dos minutos para convertir en tragedia lo que a todas luces parece más bien una provocación, de la cual son varios los responsables. La devastación de las estructuras sociales no es nueva, solo se ha recrudecido, como la violencia cruenta y criminal de nuestros días.

Enrique Galván Ochoa recordaba el viernes inmediato posterior a los hechos, en su espacio dentro del noticiero de la locutora y periodista Carmen Aristégui, que el Presidente Lárzaro Cárdenas decretó a finales de los años 30 la prohibición de los casinos porque eran lugares que promovían el "vicio, la explotación y las mafias". A Galván Ochoa parecería haberle dado un poco por la moralina cardenista al señalar que los casinos son iguales a "vicio, explotación y mafia". Lo son pero no por el juego sino por el dinero que ahí se maneja. Lo son pero un sector de la gente, aquella que tiene la posibilidad de gastar dinero echando volados, también va ahí a entretenerse.

El acierto de Galván es recordarnos la típica relación entre política y dinero que en México da igual a corrupción. El economista recordó que en 2005, el Presidente en turno, Vicente Fox, y su última "ficha" presidencial, Santiago Creel otorgaron más de 450 permisos para la apertura de casinos, muchos de ellos para ser operados por Televisa y sus secuaces, actuando a todas luces por encima de la ley. Y este ha sido el tema en los días posteriores a la tragedia. Ahí tenemos al alcalde de Monterrey con el problema hasta el cuello o al dueño del Casino Royale "desaparecido" quizá porque no quiere dar la cara.

Ahora bien, hacemos este breve recuento en el presente desplegado porque
en Telecápita nos pronunciamos a favor de sostener una defensa continuada y persistente
que ate los hilos que desde el poder oficial se quieren ver sueltos, defensa que no reaccione a la urgencia que dicta el poder mediático y su agenda ávida de noticias ni que tampoco caiga en lugares comunes.

En Telecápita
nos pronunciamos a favor de la conciencia, de una crítica que no se inserte en las prácticas del eterno retorno
en el que vive nuestra clase política y nuestros "opinólogos" de traje y corbata, eterno retorno que se nutre de la efervescencia y que fenece en pocas horas.

La semana pasada Joaquín López Dóriga juntó en su noticiero a los presidentes de los partidos más importantes (PRI, PAN, PRD) y envuelto en un halo de pulcritud les exigía atender el reclamo central de la población (seguridad) aprobando en el Senado, a la voz de ya, las reformas propuestas por el Presidente Calderón. Este fin de semana, en el programa Tercer Grado , el mismo López Dóriga criticaba a los políticos que solo están viendo por su beneficio personal y recalcaba una "verdad", la exigencia central de la población: seguridad.

Una falsa verdad que surge del modelo central a partir del cual se construyen las percepciones generales: la encuesta. Modelo que se propone como "representativo" y que, en continuadas ocasiones, hemos visto que responde a intereses económicos y partidistas y no tiene mucho de representativo o mínimo tiene muchos grises. De otro tipo tenemos, por ejemplo, la encuesta que presentó la semana pasada el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM bajo el nombre "Segunda Encuesta Nacional de Cultura Constitucional: legalidad, legitimidad de las instituciones y rediseño del Estado", la cual presenta un dato que salta a la vista: 36.6% de los jóvenes de entre 15 y 19 años consideraron válido que las fuerzas de seguridad maten a integrantes de la delincuencia organizada, aun cuando exista la posibilidad de detenerlos para presentarlos ante instancias de procuración de justicia. En cambio, 50% del total de la muestra (2,000 personas de todas las edades) dijo estar en desacuerdo.

Qué ideas podemos extraer. Varias. Podríamos reacionar diciendo que por culpa de los videojuegos los jóvenes se han insensibilizado. Por otro, que los jóvenes son víctima de un sistema económico y de un clima de época en donde se han perdido los valores y se han instaurado otros nuevos: la individualización, la banalidad y el deseo. O además que el avance salvaje del capitalismo y el pensamiento mal llamado "burgués" ha olvidado lo social. O peor aún que como son jóvenes es comprensible, pues no han madurado.

No es un fenómeno aislado que en México cada vez más se tome una posición de defensa ante la "amenaza alienígena" que obligue a resguardarnos en nuestros cuarteles. Pero lo verdaderamente importante es que los jóvenes hemos permitido que la historia nos controle, (le echamos la culpa a nuestro contexto), nos hemos conformado con la vida que tenemos (mientras a mí no me toquen, lo demás no importa) y con las aspiraciones que nos son permitidas (trabajos mal remunerados, posibilidad como sicarios). Pero en el otro extremo también nos hemos engañando pensando que hoy conocemos más que en ninguna otra época (la ilusión del Real Time y la Era de la Información) y que podemos cambiar el sistema económico que rige en el mundo ("que se mueran los pinches capitalistas").

Algo anda mal con el mundo. Pero algo anda mal con nosotros mismos. Algo anda mal como para que un grupo de personas lance granadas y prenda fuego a un lugar repleto de personas y que éstas, por "razones de seguridad", no pudieran abrir las salidas de emergencia; para que los modelos a seguir por los niños tengan apellidos como Beltrán Leyva, Guzmán o Arellano Félix; para que un futbolista fuera recibiera un disparo en la cabeza al interior de un bar que no cumplía con los requerimientos mínimos de seguridad; para que una turba de personas linchara a dos policías hace casi siete años en el pueblo de Tláhuac. Esos chicos de 15 años que están a favor de la matanza de los "malos" tenían 10 años cuando esta Guerra se desató. Para ellos es normal. porque la violencia extrema se ha normalizado. Poco escándalo supone la exposición de diversas cabezas en la portada de una revista. Será normal que dentro de siete años, cuando tengan 22 y estén en un Casino viendo un partido de la selección nacional de futbol en el Mundial de Rusia, piensen que lo mejor será elegir un Presidente cruel, un presidente narco. Meras suposiciones que nos exigen preguntarnos sobre el principio de las cosas.

¿Seguridad? No por ahora. Nos parece que no habría que buscarle mucho para saber que la exigencia central de la población es otra: empleo. El mayor acierto de Felipe Calderón fue encontrar el problema. Su primer y fundamental error, olvidarlo, o quizá sea mejor decir, no entender de qué se trataba. Pero hay también otro problema que no se ha identificado: los bajos niveles en materia de Educación. Aquí lo único que suele importar es el lugar que ocupamos en el escalafón mundial (ya sabemos que los últimos), y de nuevo ,las estadísticas. El objetivo que se suele plantear (en el mejor de los casos) es propiciar que México ascienda de posición. Como si todo se redujera a números. La única educación que ha sido exitosa durante la útima década es aquella que enfila al joven hacia la amoralidad y la crueldad, una educación de la sangre. El fenómeno "ya maté, ya robé: ya soy un hombre", de Ciudad de Dios, in situ con nuestro memorable Monchis que pronto saldrá de prisión. El único empleo que se ha procurado es el empleo de la muerte, los sujetos endriagos: sicarios, lavadores de dinero, traficantes mayores de todo tipo.

Por eso, bajo este código de sangre,
en Telecápita nos pronunicamos,a favor de la compasión y de la activación del recuerdo.


La compasión como una categoría elevada que exige una ética poderosa, porque el principio de la compasión es tratar de sentir, y a partir de ello comprender, el dolor ajeno. Y el recuerdo como aquello que nos alerta sobre las repercusiones de nuestros actos. Porque mientras creamos que el mal es el otro, la posiblidad del reencuentro es inexistente. Y porque mientras olvidemos cualquier cosa de forma sistemática, al poco rato, como nos decían nuestras mamás de chiquitos, ya no sabremos ni dónde tenemos la cabeza. Por eso existe Telecapita. Porque de frente a un contexto de doble amenaza de decapitación: virtual y física,
oponemos el arte y el pensamiento, como esferas que nutran nuestra imaginación
para constituir en lo tangible nuevos relatos y realidades más acordes con nuestras aspiraciones.

Por eso
nos pronunciamos a favor de la humildad y de la moralidad civil
como únicas alternativas para poder trascender el pánico y el terror que se quieren instaurar en nuestra sociedad bajo la más obvia usanza de las prácticas imperiales. Para el presidente Felipe Calderón, el ataque al Casino fue un acto de “verdadero terrorismo”, y declaró tres días de duelo nacional, duelo mediático apuntalado por el sensiblerismo futbolero. Siempre ha invitado a la satanización del criminal pero no se han promovido valores compartidos. El futbol es lo único que tienen a la mano.

En Telecápita
nos pronunciamos por aceptar los medios
y hallar en ellos las costuras de una estrategia de simulación que no es nueva, para identificarla y poder contrarrestar en alguna medida sus efectos
compartiendo otras ideas y otros saberes
, siempre con la intención de sostener un diálogo.

Sobre todo,
nos pronunciamos por defender la duda y la incredulidad
en un tiempo en el que se nos venden villanos por corderos. En un tiempo en el que los artistas, intelectuales y hombres de letras proponen y dicen muy poco pero denostan y descalifican demasiado. Un tiempo que exige ser reflexivo y concreto.

La literatura, sobre todo la novela, aportó a la filosofía el relato de la complejidad: esa es la herencia de Cervantes, como bien lo identificara el escritor checo Milan Kundera. Estos, los nuestros, son tiempos en los que debemos reivindicar la complejidad. Son, por tanto, tiempos de la Literatura.

No es otra la motivación que nos encarrila en Telecápita a la tarea de perfilar una nueva crítica que al mismo tiempo que habla hacia el mundo literario y académico pueda romper las fronteras entre el mundo del artificio y el que es cruel y sangriento, el mundo en el que sin duda alguna vivimos, el mundo en el debemos elaborar estrategias para poder sobrevivir, el mundo que nos han legado aquellos que se han conformado.

En Telecápita
defendemos la inconformidad como estrategia de lucidez y de vida.
Defendemos la honestidad, la Literatura y la nobleza de espíritu. Promovemos la humildad, la crítica y la comunicación. El diálogo. Pero ya no soñamos. Asaltamos la fábrica de la realidad. Generamos contenidos. Ya no, los tragamos.

Organización Telecápita

Radares e interferencias

El arte y sus orgasmos metamediales

Aquello que los franceses llaman petit mort en referencia al orgasmo femenino tiene mayor resonancia si pensamos en las técnicas de exploración en torno de la muerte que fungen como preparación para ella en el budismo, experiencias de vida que interfieren tu cuerpo y te desconectan por un instante, te estremecen: el orgasmo, la pesadilla, el amor, etc., desconexiones que desde el punto de vista oriental más bien se entenderían como reconecciones: volver a la Matrix por decirlo de una manera superpop.

¡Alguien haga algo! ¡múevanle a la antenita o cámbienle de canal!

Es un desvanecimiento. Cuando sentimos que el alma como que se nos desacomoda del cuerpo o cuando las patitas nos tiemblan y emitimos un sonidito que puede ser de gozo o de espanto, en esos momentos la mente se expande y es capaz de "ver" de otra manera. Pero como nosotros necesitamos volver a la normalidad, justo porque no podemos soportar y sostener otra forma de estar, la experiencia nos parece meramente orgánica, corporal.

La vida está compuesta de estas experiencias; de hecho el dolor y el placer son sus reacciones en el cuerpo. ¿Por qué lloramos de repente en la calle cuando nos acordamos de algo o alguien por un detalle que nos interfiere y nos "saca" de la normalidad: un animalito, una frase en un cartel publicitario, un chiste que dicen otros, un lugar que vemos desde la ventana del Micro, detalles que podrían parecer intrascendentes pero que nos "hacen ruido"?

¿Por qué nos pasa lo mismo cuando Jack cierra los ojos al final de Lost o cuando otro Jack intepretado por el jovencito Di Caprio se escapa hacia el fondo del océano como un pesado bloque de hielo? ¿Por qué mi novia no quiere ver la escena de Anticristo de Lars von Trier en la que la protagonista se corta el clítoris y me dice que no podría vivir con esa imagen en la cabeza?

Interferencia
(es como la estática de la TV o los links que te asaltan de pronto frente a tu computadora)
That's the sit.

Esta columna servirá para desarrollar un tratado personal que me sirve para diferenciar aquello que es arte y aquello que es mera copia, aquello que tenga contenidos vitales más allá de sus recursos técnicos. La categoría personal, problemática y subjetiva que propongo, la he denominado "estética de la interferencia", la cual no podría ser si a J. J. Abrahams (productor de la teleserie Lost) y a Jorge Carrión (autor de la novela Los muertos) no se les hubiera ocurrido la fascinante idea de que a partir de interferencias sus personajes pueden reconocerse y a partir de ello volver a relacionarse. No solo eso, a partir de las mismas pueden sentir que su vida ha adquirido algún sentido y pueden sentirse satisfechos aún si la interferencia significa escapar de la "normalidad", es decir: desemboca en la muerte.

La interferencia es una manera de ubicar vida y su incesante coqueteo con la muerte en las creaciones artísticas de nuestro tiempo, y una propuesta de resignificación remezclada del pasado y la memoria.

Sea, pues, ésta una invitación a dejarse interferir.

Santiago Valencia

martes, 6 de septiembre de 2011

Smile or die: En el mejor de los casos...


Uno de los grandes problemas a los que hubo que enfrentarse al terminar la Segunda Guerra Mundial fue el de re-educar a las juventudes fascistas. Si bien el aleccionamiento político y social fue más intenso y sistemático en Alemania que en los otros países del eje, había que considerar a toda una generación que creció al margen de la desintegración familiar, el sacrificio nacional y los estragos de la guerra. Explicar a los niños lo que significó el conflicto y su tortuoso término fue un proceso arduo pues ni siquiera los adultos podían asimilar fácilmente el final de los regímenes, así como la culpa, la frustración y la pérdida.

Seis años duró la guerra y millones de niños vivieron una etapa crítica durante ese periodo (aquella etapa que los sicólogos llaman “de latencia” que va de los seis a los doce años y en la que el niño desarrolla y asimila por primera vez su relación con la sociedad). ¿Cómo explicarles a los jóvenes que aquel sistema de valores y prácticas en el que crecieron y a través de los cuales se explicaban al mundo ya no era válido?

Es cierto que establecer un paralelismo entre los fascismos europeos y el sistema político de nuestro país sería enormemente equivocado en muchos niveles, sin embargo, no se puede negar que esta "guerra contra el narco" ha provocado también pérdidas irreparables, muertes injustificables y la destrucción del entramado social y moral del país.

Si corremos con suerte y, al terminar el sexenio de Calderón, nos olvidamos de su "estrategia de defensa" y se acaba también este círculo vicioso de violencia rampante (situación a todas luces improbable), tendríamos que enfrentarnos a otro serio problema: qué pasa con los jóvenes que vivieron su etapa de latencia durante esta administración.

"Estos niños son cada vez más modernos" dice mi abuela (no sé si asustada u orgullosa) cuando ve a sus nietos conectados a cualquier gadget. Debemos admitir que los niños están expuestos a una enorme cantidad de información, que nunca el acceso a las plataformas informáticas había sido tan fácil y necesario para ellos. Cuando las imágenes de la muerte se han vuelto tan comunes y la "cultura del narco" se ha afianzado tan fuertemente en la sociedad, la sensibilidad de los niños y su relación con su entorno se modifica necesariamente. No trato aquí de hacer un análisis de cómo la enorme cantidad de violencia afecta a los niños, pero no se puede negar que, si es difícil para nosotros entender las complicaciones éticas y sociales de nuestra situación actual, será todavía más complicado para los niños.

¿Y si esta guerra se acaba mañana? Si pecamos de optimistas y creemos que todo cambiará, cómo sacamos a los jóvenes este sistema de muerte que se agazapa en nuestro país. Ellos tendrían que reformular su concepción completa de sociedad, de seguridad; incluso la forma en que comprenden la vida y la muerte ya no es la misma que la generación inmediatamente anterior a ellos. ¿Cómo re-educar a los niños que ven la muerte, la persecución y la carencia como algo cotidiano?

Una cosa es cierta, incluso cuando trato de imaginar los mejores escenarios para el futuro del país, cuando sucumbo al optimismo, saltan a la vista las terribles secuelas que dejará esta lucha que ya ni se sabe contra qué es.

Así que, la próxima vez que vean a un niño, sonrían, qué nos queda.

Luis Miguel Albarrán

lunes, 5 de septiembre de 2011

Haz patria, mata un árbol: Caca hasta en la sopa


Cuando disfrutamos el placer que produce durante el almuerzo, pasada la mañana, entrarle con todos los dientes a una gordita de chicharrón rellena de lechuga, crema y nopales, o mientras saboreamos el aceite quemado del empanizado que cubre la milanesa de nuestra torta con quesillo y, aún más, mientras decantamos los litros de alcohol ingerido con la ayuda de unos tacos de suadero, de tripa, campechanos o al pastor, corremos el riesgo, a veces el ineluctable riesgo, de contraer una infección estomacal que si bien nos va, nos hará sentir un ligero malestar durante las horas subsecuentes, pero que en muchos casos, será el potencial causante de un titánico chorrillo cuyos efectos nos mantendrá postrados toda la noche en el escusado de nuestros apacibles hogares.

Los motivos a los cuales se hará responsables de dicha infección y de la diarrea que ésta conlleva son variados. Podrán decirse muchas cosas sobre agua con que la lechuga fue lavada o si es que fue desinfectada, sobre la fecha en la que se sacrificó a la ternera de la que se extrajo tan suculenta milanesa o de la tenue capa de polvo y esmog que glaseaba las capas de carne al pastor del trompo que nutrió aquellos tacos. Poco o nada se tendrán en cuenta aquellas minucias fecales de los adorables perritos cuyos aletargados dueños no osan recoger y que, de la misma forma en que el mar erosiona las playas, se van secando, se van convirtiendo en pequeños granos de arena que el viento resguarda en puerto seguro entre los ingredientes de nuestra comida. Y ahí estará escondido el sueño que el retrete nos habrá robado.

Si la caca de mi mascota acaba dentro de mí, junto con esos diminutos seres que agitan mis entrañas hasta provocarme tamaña descompostura, ¿a dónde irá a parar mi propia caca?, ¿provocara algo similar en alguna otra criatura? Hace unos días leí una breve noticia que Malo de cuento tuvo a bien postear desde aquí y que me orientó sobre los posibles lugares a donde mi mierda y la de los demás termina su camino, además de mostrarme los problemas que dicho material ocasiona. En ella se revelaba, de acuerdo a una investigación realizada por científicos de la Universidad de Georgia y del Rollins College en Florida, al organismo que sufre la consecuencia de que nuestros desechos fecales sean arrojados al mar, y en específico, a las aguas de la costa oeste de los Estados Unidos de América.

En la región de los cayos de Florida y en el archipiélago de las Bahamas, abundaba hasta hace unos años una especie de coral llamada comúnmente Cuerno de alce (Acropora Palmata), cuya población ha ido decreciendo debido a la Viruela blanca o Serratiosis de acróporas, una enfermedad producida por la bacteria Serraria marcenscens, causante de que los tejidos coralinos sufran lesiones, hasta originar la necrosis total del coral. Y aunque esta bacteria se encuentra también en los desechos de otras especies animales como las gaviotas, se demostró que la cepa que afecta al Cuerno de alce proviene de las aguas negras de las cloacas a donde llegan esos mojones que tiramos por el excusado, aguas que luego son tratadas en plantas deficientes, para, al final, ser vertidas al mar. Por lo que ahora sabemos que nuestra mierda, o al menos la de los gringos que habitan el Caribe, ha estado asesinando a la principal especie que forma uno de los arrecifes más extensos de todo el mundo.

Se dice que conocer el agente patógeno del coral ayudará a acelerar la construcción de plantas de tratamiento más efectivas, que impidan el paso de cualquier organismo ajeno al ecosistema marino. Sin embargo, aunque resulta un gran adelanto el que dicho problema haya sido detectado en aquella zona en particular, ¿qué sucede con otros lugares en los que los desechos son vertidos sin mediación siquiera de planta alguna?

Para el caso de México, algo similar ha sido ventilado desde hace ya varios años por la activista ambiental Nancy de Rosa, habitante de la localidad de Akumal, Quintana Roo y directora de SAVE (Salvamento Akumal de Vida Ecológica), quien, además de evidenciar el relleno indiscriminado de manglares y santuarios de tortugas, con materiales pesados que rompen el equilibrio de dichos ecosistemas, por parte de cadenas hoteleras como la española propietaria del conjunto Bahía Príncipe, ha demostrado que solo veintíuno de los trescientos hoteles ubicados en la Riviera Maya cuenta con una planta de tratamiento de aguas que procese los desechos antes de que estos sean arrojados al mar. ¿Y los demás?, ¡a cagar se ha dicho!

La misma Nancy de Rosa, quien descubrió, junto con otros exploradores, uno de los sistemas de agua subterránea más grandes del planeta, con aproximadamente 200 km de longitud, ha dicho haber visto pequeñas piezas de heces fecales flotando como amorfos pececillos en aquellas cuevas marinas cuyas manifestaciones más famosas son los Cenotes, hundimientos de la superficie terrestre, que no son otra cosa, sino la prueba de que el terreno sobre el cual se asientan la mayoría de los complejos hoteleros de aquella zona es sumamente inestable, pues debajo de él reposan sendas cavernas.

No obstante, haciendo gala del cinismo mierdoso típico de nuestros tiempos, ese que todo lo absorbe y lo transforma a su conveniencia, incluso, por supuesto, la ley; la susodicha cadena hotelera demandó a De Rosa, vía un prestanombres ficticio, por un crimen ambiental que ella no pudo haber cometido. Argumenta el demandante que la activista rellenó el terreno en donde habita —de una extensión de 200 m2, que en nada se comparan con los miles de hectáreas que la cadena ha rellenado—, mismo terreno que hace veinte años era parte del inmenso manglar que ocupa la zona y que precisamente hace veinte años fue rellenado por el dueño anterior, ya que Nancy aún no abandonaba los Estados Unidos, país de donde es originaria. A pesar de haberse comprobado mediante peritajes hechos por la autoridad lo absurdo de la acusación, Nancy de Rosa debe acudir cada semana a firmar su libertad bajo fianza, so pena de ser encarcelada.

Resulta claro entonces que es necesario observar detenidamente la viga en el ojo propio y no la paja en el ajeno. Es cierto que el descubrimiento del origen de la enfermedad que ha asesinado a tantos Cuernos de alce es a todas luces relevante, pero debemos darnos cuenta, a tiempo, de que por acá también hay mucha mierda, en el mar, en la ciudad, en nuestro cerebro, en la ley y hasta en la sopa.

Erizipela Rotondo