lunes, 12 de septiembre de 2011

Finding my religion: Dalai Lama



I

La niña le pide al papá: “Papi, ¿me compras un paragüitas?”. “No, hija. No está lloviendo ni hace calor, no lo necesitamos.” Y la niña sigue caminando de la mano de su papi, entre la gente. Se ha dado cuenta, después de intentos anteriores con palomitas de maíz, pizzas, binoculares, cojines de colores y coca-colas, que el papá no le va a comprar nada y que ella sólo podrá jugar con el cepillo de peinar que lleva guardado en su bolsita.

La niña entra a un estadio de futbol, pero no sabe muy bien a qué van ahí. Ha escuchado decir a su papá que verán un santo (o algo así), pero tampoco sabe qué significa eso. Ella sólo observa esos lindos paraguas verdes hechos de cartón; cuando llegan a la cancha se queda embobada con las banderas multicolores y tiene unas ganas inmensas de jugar en esa gran extensión verde: correr, perseguir los aviones, pero hay mucha gente vendiendo cosas por todos lados y se oyen voces desde todas las bocinas. Mejor se queda con su papá, saca el cepillo que trae en su bolsita y juega a que deja la cabellera de su padre perfectamente arreglada. Con mucha paciencia, peina una y otra vez el cabello canoso.


II

Sale el Dalai Lama ante una multitud de más de 30 000 personas, lleva su atuendo de monje y no le falta -para completar su imagen “buena onda”- una cachucha con logo de Cruz Azul, patrocinador de este evento en el que participa Su Santidad.
Está hablando de la igualdad entre todos los humanos, la calidez del corazón y la capacidad de amar a todos los seres sintientes, mientras dos guaruras tipo “Smith” de la Matrix sostienen unas sombrillas para que Su Santidad y su acompañante, no se tuesten ante la presencia del sol en este día tan raro. De veras: empezó con mucho frío, después quería llover, cuando salió el Dalai Lama también se asomó el sol, pero cuando vio que la plática iba para largo, nos tuvo verdadera compasión y volvió a ocultarse detrás de las nubes.
El Dalai Lama se sonríe de todo, como un niño: dice que los mexicanos se parecen a los tibetanos y sonríe, dice que la gorra del Cruz Azul es suficiente para taparse el sol y se ríe, dice que se va a sentar y se ríe, mira cada avión surcar el cielo y ríe, saluda y ríe.







III

Tres mensajes son los que particularmente rescato de la plática que dio Su Santidad el Dalai Lama en el Estadio Azul, este domingo 11 de septiembre de 2011:
1. TODOS, absolutamente todos los seres son aptos tanto física, como mental y socialmente, para desarrollar la calidez del corazón, que no es otra cosa que la compasión, es decir, la capacidad de reconocer que sientes exactamente lo mismo que el ser que tienes enfrente, conmoverte por ello y tener la convicción de tratarlo con la misma ternura (o cólera) que te gustaría ser tratado.
2. El DESAPEGO no es dejar de desear las cosas de este mundo, no es renunciar a querer nada, sino, muy por el contrario, expandir nuestro corazón y amar cada vez más y más a cada una de las manifestaciones de la existencia del universo.
3. El hombre no necesita una religión para desarrollar la compasión o la práctica de desapego, sólo necesita darse cuenta que el desarrollo material del mundo exige también un desarrollo de la conciencia del individuo: si aspiramos a un mundo sin fronteras, podemos empezar a derribar la frontera entre tú y yo.


IV

Al final de la conferencia cantamos una plegaria por la larga vida al Dalai Lama (cuestión que al parecer le preocupa mucho) y Su Santidad se tomó una foto con los representantes de diversas religiones.

Pero cuenta un libro titulado La gran falacia, que si esta conferencia se hubiera llevado a cabo el 21 de marzo de 1996, Su Santidad hubiera tenido que advertir a la audiencia un pequeño detalle:

“[...] he dicho que no se permite que haya devotos de Dolgyal en esta audiencia, si la enemistad entre deidades causa discordia entre los humanos, será la perdición espiritual [...]. Esto también afectará a la duración de la vida del maestro espiritual.

Por lo tanto, ayer decretamos que los que confíen en Gyalchen no pueden estar entre nosotros... Si alguno de vosotros sois practicantes de Shugden y, sin yo saberlo, os habéis infiltrado en esta asamblea, por vuestro bien es mejor qie os vayáis. Si os negáis a hacerlo, no os beneficiará y en el peor de los casos podría hacer que se acorte la vida del Dalai Lama. Si queréis que el Dalai Lama muera pronto, entonces no tengo nada que objetar. Si hay personas que desean continuar confiando en Gyalchen, es mejor que se levanten y se vayan, si no las hay, todo está bien.
[...] si vosotros, monjes y maestros espirituales, seguís poniendo excusas y continuás venerándolo, algún día lo lamentaréis.”

Para despedirse, el Dalai Lama dijo que hablaba no como un creyente, sino como una persona que quiere dar un mensaje de paz. Entonces, ¿todo este tiempo hemos estado escuchando los consejos de una persona que pretende la inmortalidad? Ya no entendí nada.


V

Salgo del estadio contenta por el clima y porque pude ver en vivo la imagen que compartí en la entrada anterior: representantes de diversas religiones compartiendo más que un espacio, el calor de una mano, la calidez del corazón.

La conferencia del Dalai Lama se llamaba “Hallando la felicidad en tiempos difíciles”. Pienso en lo fácil que es para un niño encontrar la felicidad por el amor, dejando pasar todos esos objetos de juego para sonreír simplemente peinando y contemplando la belleza de un cabello.


DTZ

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