viernes, 9 de septiembre de 2011

Escaleras en el abismo: lucubraciones de la Secretaría de Enajenación Pública




Hace aproximadamente un mes La jornada presentó una noticia interesante. Ésta fue la puesta en escena de una de tantas advertencias y quejas contra lo que se ha convertido, desde hace poco más de dos años, en una burla educativa de parte del gobierno y sus vasallos de la Secretaría de Enajenación Pública. Tal vez debimos percatarnos que nada mejoraría cuando la cabeza de mentada institución premió a uno de los grandes títeres de la caja chica –Juan Osorio–, según, que por su beneficio a la educación, ¡ajá! ¿Cómo no nos dimos cuenta antes de tan grandiosa joya televisiva? Estoy harto seguro que Una familia con suerte tiene una enorme calidad ética, filosófica y, sin duda, artística que cualquier libro de Ramón Xiraú o Platón no poseen.

¿El problema? Pues el ya tan mencionado conflicto de la eliminación de la filosofía de los programas educativos, en particular la nota de Karina Avilés publicada el 9 de agosto, la cual enfatiza: “un veterinario podía dar clases de filosofía”

No me inmiscuiré con los alcances de dicha frase, tengo la fe puesta en la ingenuidad de un ser humano, pues supongo que la idea de un veterinario impartiendo clases de filosofía es para sustentar el discurso que las mafias enredadas en la SEP se guardan en la bolsa: la persona inadecuada en el cargo inadecuado. Sin embargo sí quisiera remarcar unos puntos.
Pensar (y es precisamente esto lo que atacan) la filosofía fuera de los planes de estudio es igual de absurdo que imaginar la exclusión de cualquier otra disciplina, pues de alguna u otra forma su ausencia limita a los estudiantes a obtener algo –un gusto, una vocación– que en el futuro les sirva.

Esta iniciativa de la SEP, bautizada como Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS), es muestra de la falta imaginativa que se ha hecho patente en el sexenio que está por finalizar. ¿Por qué la filosofía? Porque es la que va de la mano con la idea, la que problematiza –en una de sus tantas tareas– el discurso político, la enredadera informática de los medios y del Estado. Y aceptémoslo, a nadie le gusta que le digan mentiroso, mucho menos a los que controlan los universos de información.

La manera en que la institución pretende manejar –y por esto entiéndase manipular o eliminar– los contenidos es una forma de escindir a los individuos, ya tan fragmentados como consecuencia de una especialización. También responde al “éxito” educativo del que se vanagloria el ejecutivo. Se declara presidente del empleo y el desempleo aumenta, no sería extraño que se autonombrara presidente de la educación y las universidades públicas terminaran privatizadas, con materias humanísticas fuera, claro está. Hay que aprender a desconfiar cuando el nombre publicitario del presidente hace pensar en mierda.

Este paso que la SEP da con la reforma es, tristemente, una jugada que parece vencedora. Habría que preguntarnos quiénes son los que ven serios perjuicios a lo largo de la falta de materias humanísticas en las escuelas. Imaginemos: la Secretaría aprueba la reforma; pocos nos oponemos; nos enfrentamos a instituciones intransigentes y luego nos preguntamos: ¿quiénes realmente leen filosofía?: Jaque Mate. Es evidente que en México no se leen tantos libros de filosofía, arte, historia, etc.,

Mi intención no es decir que ya no hay nada por hacer. Si problematizar las propuestas del gobierno –en este caso la reforma educativa– es el primer paso para que las humanidades lleguen a un amplio número de receptores y que las sepan integrar a su vida diaria –porque también en eso consisten la filosofía y la literatura–, entonces tenemos mucho camino por construir. Escribamos el primer peldaño.

Rolando R. Vázquez M.


1 comentario:

  1. Excelente artículo y muestra de la afrenta universal contra el conocimiento. Sepan que en el Perú, durante los 90's se retiró la filosofía de las escuelas secundarias, el resultado: últimos en calidad educativa en américa latina y el mundo.

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