Días antes de que comenzara este importante evento anual en Guadalajara, nos dimos a la tarea de preguntarle a algunos de sus protagonistas lo que esperaban de esta edición número 25. A continuación anotamos lo que nos comentaron:
El gran evento cultural
Un milagro. El evento cultural más importante en México. Una cita comercial indispensable. Una gran plaza pública para hablar sobre literatura. Esto es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para algunos de sus protagonistas. Veamos a detalle.
México se desmorona pero la FIL se sostiene
Para Carmen Boullosa "la FIL es una especie de milagro en el contexto del México contemporáneo. Mi certeza es que mucho se desmorona -instituciones, proyectos, sueños, deseos-, y que la FIL, a contrapelo, ha levantado una institución, la realidad de un proyecto, el sueño de muchos, los deseos comunitarios de lectores, editores y escritores".
Por su parte, Sergio González Rodríguez afirma que se trata del "acto cultural de mayor importancia en México. Su vigencia durante 25 años se debe a la tenacidad y agudeza intelectual de Raúl Padilla y su equipo de colaboradores, que ahora encabeza Nubia Macías. En sus 25 años, quisiera celebrar el espíritu de tolerancia de la FIL y solicitarle que, en el futuro, mantenga su atención a las críticas de los jóvenes".
Sin dejar de lado la parte económica de la FIL, el editor de Páginas de espuma, el español Juan Casamayor, comenta: "Desde hace 10 años viene siendo la cita comercial que cierra el año, que hace la valoración de año saliente y prepara el entrante con los distintos clientes".
El lugar para cumplir sueños literarios
Muchas anécdotas se producen en el interior de este evento. Repasemos algunas. Un joven y entusiasta Antonio Ortuño, quien ha asistido a todas las Ferias del Libro de Guadalajara, recuerda que durante toda su juventud temprana: "había buscado inútilmente las novelas policiales de Boris Vian, en cada librería de Guadalajara. Finalmente, en la FIL de 1994, la número ocho, tardé 20 minutos en dar con las cuatro novelas y hacerme de ellas. Tenía 18 años, pero me invadió la misma sensación de omnipoder de un niño de cuatro al que le amanece en Navidad el mono que pidió".
Hablando de Ortuño, Juan Casamayor recuerda que una vez saliendo de un acto en el que participó con Antonio, "una elctora me detuvo convencida de que yo era Fernando Iwasaki. No había modo de convencerla de lo contrario. Ni ayudaba que Antonio le alentara divertidamente en el equívoco".
Sergio González también nos platicó un momento espeical: "Recuerdo mi encuentro con el escritor italiano Roberto Calasso en un acto de la FIL, en el que tuve la fortuna de presentar uno de sus libros traducidos al español: pocas veces un lector tiene el privilegio de expresar en persona su gratitud al escritor admirado. Para mí fue el cumplimiento de un deseo que se remontaba a muchos años atrás. La FIL sirve también para cumplir este tipo de sueños literarios: el encuentro personal con los escritores".
Dentro de 25 años
Como un ejercicio literario, imaginativo cercano a la Ciencia Ficción, Sergio González y Antonio Ortuño nos comentan cómo se imaginan la FIL cuando llegue a su edición número 50, en el año 2036:
"En 25 años más, se vivirá plenamente una época post-literaria y post-libresca. El concepto del libro tradicional será ampliado a interconexiones múltiples con otros medios electrónicos, y el libro en papel perdurará como algo excepcional. Por fortuna, la lectura continuará como un acto humano por excelencia, que la FIL deberá honrar como siempre lo ha hecho", dice el escritor chilango.
Su colega tapatío más joven es menos optimista: "Tendré 60 años y habrá pasado lo que sea que tenga que sucederme. Si sigo vivo y cuerdo, si hay país, si hay FIL, espero que todos mis amigos sean autores consagrados y mis enemigos estén sentados entre el público, con el hígado en la garganta", dijo.
(este artículo fue publicado en el periódico El Economista)
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