lunes, 5 de diciembre de 2011

Entrevista a Peter Stamm

"Es genial que la gente use Internet para hacer literatura"
Confiesa el escritor suizo que su visita a México le reveló otro mundo
El e-book no funciona mejor en sociedades más avanzadas

De México le impresionó el interés honesto de la gente hacia los libros. De Suiza le enorgullece su tradición por la lectura y la oralidad. Y de las nuevas generaciones, le agrada que usen los nuevos medios para hacer literatura. Peter Stamm, uno de los escritores europeos más importantes de la actualidad es un tipo peculiar: rompe con el modelo clásico de escritor europeo, es un poco tímido y reservado, sencillo en su forma de vestir. Su forma de hablar es concisa y modesta: contesta con ideas breves y sencillas, de la misma manera en que escribe.

En su primera visita a nuestro país, en el marco de la FIL de Guadalajara, Peter Stamm nos atiende en un breve descanso que se toma para fumarse un cigarillo. La mañana es cálida pero él se mantiene fresco, curioso, atento, como un gato. No por nada trabajó durante años como periodista, antes de hacer carrera como escritor, la cual comenzó desde la publicación de su primera novela, Agnes, en 1998.

Durante la semana de la FIL, se cansó de hablar bien sobre México y Latinoamérica, pues se mostró muy sorprendido por la recepción que tiene su obra en nuestro país y por las grandes aglomeraciones de personas que se dieron cita al evento realizado en Guadalajara.

"No quiero ser injusto con mucha gente en Europa que está realmente interesada en los libros pero allá hacen preguntas más básicas. El otro día acudí a una escuela aquí en Guadalajara y me di cuenta de que los estudiantes mexicanos están interesados en hacer preguntas filosóficas: cuál es la sentido de la vida, qué es el amor. En Europa te preguntan cómo escribes o cuánto ganas", comentó el escritor que se siente más cercano a la tradición norteamericana, a escritores como Ernest Hemingway o Scott Fitzgerald, que a los escritores de su país.

En respuesta a esta critica que esgrimió en la semana a la cultura europea, la cual dijo se compone por sociedades holgazanes que ya no piensan sobre sí mismas, le pedimos que nos describiera el ambiente literario de su país, Suiza:

"Allá uno puede ir a muchos lugares en donde lees para la gente que paga por escucharte. Eso se conforma como una gran escena de festivales, librerías, bibliotecas, que funciona muy bien. Muchos escritores hacen esto y eso los pone en relación con el público, lo cual me parece que es algo muy bueno y muy particular. No conozco otro país que tenga una tradición como esta. Es cierto que, últimamente, se ha convertido en algo más a la moda, para gente más joven que hacen cosas como slam poetry, lo cual es resultado del impacto del uso de Internet. Mucha gente a través de ese medio crea páginas donde intercambia textos y comparte la escritura", dice Stamm, antes de elaborar una valoración sobre este fenómeno:

"Me parece genial que la gente lea y escriba de la forma que sea. Claro que hay mucha mala literatura. Internet no alcanza a tener el control de todo lo que se publica. No hay forma de separar lo bueno de lo malo. Pero me parece genial que la gente utilice el medio para hacer literatura", afirmó el escritor suizo.

El e-book no descuella en Europa

A pesar de que vive en uno de los países más desarrollados del mundo, Peter Stamm confiesa que en Suiza el fenómeno del libro electrónico se manifiesta de manera muy similar a como lo hace en países como el nuestro:

"En mi país se utiliza el e-book. Pero es muy reducida la gente que tiene acceso a estos dispositivos. Por ejemplo, de cada 5,000 libros míos que se venden quizá uno de ellos sea un e-book. Eso es muy poco", dijo el escritor, quien afirmó que lee autores latinoamericanos como Juan Rulfo, Bioy Cazares o Bolaño pero no por su nacionalidad sino por la calidad de su literatura.

"Siento mucho respeto por México. Aquí he aprendido algunas cosas. Los europeos son muy egocéntricos, se creen el centro del mundo. Y cuando vengo a países como México me doy cuenta de cuan grande es el mundo, y de cómo son las cosas en otros lugares del planeta. Creo que los europeos deberían dejar esa idea egocéntrica. Pero no lo van a hacer. Y eso a ustedes -los latinoamericanos- debe tenerlos sin cuidado. Cada quien tiene que hacer su trabajo, dedicarse a lo que ama y vivir", propuso Stamm, de cuya obra muchos críticos literarios han opinado que su complejidad y valorar radica en su sencillez. Sus cuentos y novelas han sido alabados por la crítica europea, y en ellos el autor explora tragedias de amor y la complejidad de las relaciones humanas.

Al respecto, le preguntamos de dónde emergen sus historias y Peter Stamm nos contestó que "vienen de todos lados. Tomo lo que se me antoje: las cosas que están en la calle, en mi vida, anécdotas de mis amigos, sobre los libros y periódicos que leo. Lo difícil es encontrar la historia que de alguna manera tenga que ver conmigo. Lo importante es que camines por la vida con los ojos bien abiertos. Tal vez así puedas encontrar las historias que realmente quieres contar", comenta Stamm, quien adelantó que actualmente se encuentra trabajando en la escritura de un libro para niños y en una novela que se publicaría a finales del próximo año.

Entrevista a Rüdiger Safranski


Propone Rüdiger Safranski recuperar la imaginación, la creatividad y la libertad

"El problema del narcotráfico tiene causas sociales pero algo que puede ayudar desde luego son las fuerzas del buen espíritu"

Uno de los objetivos principales de Telecápita en la 25 Feria Internacional del Libro de Guadalajara era conversar con el filósofo alemán Rüdiger Safranski, uno de los invitados capitales de la delegación alemana, la invitada de honor en esta edición del máximo evento cultural de nuestro país y de Hispanoamérica. Sin más. La primera vez que lo vimos fue en su llegada a la sala de prensa de la FIL, lugar donde tomamos cientos de tazas de café y redactamos la mayoría de estas y otras informaciones que hemos podido ofrecerles. Nuestra primera sorpresa fue encontrar en Safranski a un hombre bastante ligero, sonriente, hasta amigable que contestó con mucha profundidad, tino y claridad las preguntas de los reporteros. Ahí tuvimos la oportunidad de preguntarle: ¿qué perdía un país que poco a poco pierde y deja de interesarle la filosofía?, es decir, una descripción, al caso, de un país como México. Safranski contestó con una respuesta larga. Al finalizar la conferencia nos acercamos con él, nos presentamos y él se comportó muy atento con nosotros. Nos dio su tarjeta. Y con sus representantes concertamos una entrevista para el día siguiente, el sábado por la mañana, en el lobby del hotel Hilton, que se ubica enfrente de la Expo Guadalajara, donde se monta año con año la FIL.

Como buenos mexicanos, salimos un poco tarde del hotel (ese día nos tocaba hacer check out y la cita de la entrevista era a las 1245 del día, en pleno apogeo solar), y llegamos a la entrevista justo a tiempo. En el lobby del Hotel Hilton (ni más ni menos, el hotel de un icono de la moda, Paris Hilton, es la morada estacional para la élite cultural que acude a la FIL), Safranski contestaba a las preguntas de un reportero local de nombre Ariel, "como el de la Tormente (sic) de Shakespeare", dijo el mexicano al filósofo cuando se iba. El lobby tiene buena temperatura pero Safranski prefería el aire fresco, así que tomó asiento en una terraza. Pero a esa hora el sol se encontraba justo sobre nuestras cabezas. Una vez que tomamos asiento, luego de que Fabiola Bautista, representante de editorial Tusquets nos presentara, el señor Rüdiger, vestido con un pantalón de vestir color caqui un tanto arrugado (como los que le gusta usar a Ricardo Piglia, supongo que por ligeritos) y una camisa color negro de manga corta, decidió levantarse de su asiento al tiempo que nos sugería cambiar de asiento a todos en grupito: a nosotros, a la traductura y a él, por supuesto. Como buen paje, me adelanté a mover la mesa de tal modo que donde se colocara el Dr Safranski no le cayera el sol, e inmediatamente después comenzamos la entrevista. He aquí el resultado:

Cuando se cortan cabezas, preferible ser románticos

En la actualidad, podemos contar en el mundo alrededor de cinco filósofos vivos realmente necesarios. Uno de ellos es el alemán Rüdiger Safranski, amigo de otro de los integrantes de esa élite de filósofos, Peter Sloterdijk. Juntos han sostenido una de las amistades más prolíficas e interesantes en la historia de las ideas, y dirigen desde hace algunos años el singular programa de televisión El cuarteto filosófico, que se transmite por la cadena alemana ZDF, con lo que demuestran que la filosofía no está peleada con las transformaciones de la civilización y más bien necesita inmiscuirse hasta el fondo de ella como un extraño al que invitan a una fiesta.

La amistad, la subjetividad, el pensamiento creativo, el romanticismo son temas de interés para este filósofo de quien se han publicado en los últimos años verdaderas joyas de historia filosófica, libros editados por Tusquets: Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán (en el que transita de los primeros románticos hasta su reverberación en las novelas de Thomas Mann, ya en los años del nacionalsocialismo), Schiller (libro sobre el autor de las Cartas sobre la educación estética); y el más reciente, Schiller y Goethe. Historia de una amistad.

La lengua alemana es enérgica. El sol cae a plomo en la terraza del restaurante en que conversamos con Safranski en la ciudad de Guadalajara, quizá por eso el filósofo alemán parece molesto. Pero no, en realidad es atento, su gesto es agradable, sonríe, nos mira con atención. Safranski habla sobre la época romántica, una época de esplendor del pensamiento, que vio nacer a escritores de la talla de Johan Wolfgang Goethe, Novalis, Friedrich Schiller, Johan Fichte, August y Friedrich Schlegel, filósofos padres del romanticismo, que juntos constituyen lo que podría llamarse una "primavera" del pensamiento, alrededor de 1800, cuando Alemania no era una nación sino un con conglomerado de provincias, una región atrasada.

Entonces -dice Safranski: "el atraso fue una ventaja porque uno no se tenía que ocupar de asuntos políticos. Y más bien se tenía tiempo para desarrollar mucha productividad en el pensamiento, y también en concentrase en el interior. Así, con mucha conciencia y confianza en sí mismos, estos autores pudieron decir: 'ahí están los franceses que ya hicieron su revolución; ahora nosotros vamos a revolucionar todo el pensamiento europeo occidental'. Y, como sabemos, con la revolución francesa se cortaron las cabezas, pero con la revolución intelectual de Alemania las cabezas permanecieron en su lugar", dice.

Sus palabras nos retuercen porque la decapitación como símbolo es muy sugerente en la realidad mexicana. Por eso, aprovechando sus palabras, interrogamos a Safranski sobre qué podemos aprender de aquella primavera. El contesta con una ironía: "mientras alguien lee un libro, al menos durante ese tiempo no puede asesinar a nadie". Luego recompone y añade más en serio: "el problema del narcotráfico tiene causas sociales pero algo que puede ayudar desde luego son las fuerzas del buen espíritu. Y esas hay que desarrollarlas. Un problema de degradación y atraso social no solamente se logra cambiando las estructuras sociales sino mediante el trabajo con las personas, y esto desde luego inicia con la formación desde muy temprana edad. Ahora bien, es claro que la educación tampoco es una protección ante todo. En la Alemania de Hitler, los nazis citaban a Goethe. No hay una causalidad directa entre educación y humanidad pero, sin duda, la educación puede ayudar". dice Safranski.

No se trata de transformar sino de comprender

En si mismas, la filosofía ni el arte cambian sociedades como la mexicana. Según Safranski, el papel del filósofo debe ser parecido al de una persona que invitan a una fiesta y no conoce a nadie: "uno le pregunta a otros quién va a ir, dónde es para poder llegar. Yo no voy a ir a una fiesta con la idea de querer cambiarla. Pero si la comprendo, aunque no la transforme, podré vivir en esa fiesta. Del mismo modo, la filosofía que tiene más impacto no es la que quiere cambiar algo sino la que quiere comprender algo. Carl Marx si quería cambiar el mundo, y no todo resultó tan bien".

"En mi opinión, en filosofía uno nunca puede tener como objetivo lograr un cambio, primero hay que comprender. Además, hay una cosa que no podemos olvidar: cuando se trata de transformar uno no tiene que pensar en transformar el mundo. Es más importante -y ahí la filosofía sí puede ayudar- transformarse a uno mismo. Creo que ha habido mucha desgracia con personas que querían cambiar el mundo y en ese proceso se les olvidó cambiar ellos mismos", opina el filósofo alemán.

Pensando una vez más en México, le preguntamos a Rüdiger Safranski qué pierde un pueblo que pierde la filosofía, qué pierde un país cuando deja de poner atención a la formación en humanidades, al arte, al pensamiento crítico. Safranski es pragmático y pone un ejemplo: "Actualmente, estamos viendo un gran triunfo de las ciencias en el área del ser humano en sí; por ejemplo, la investigación sobre las funciones cerebrales. Ahora existen muchos científicos que dicen que el ser humano no tiene libertades, sino que sus decisiones son siempre reacciones de las sinapsis que funcionan independientemente de él.

"Pero la libertad sí existe. El científico que publica estas tesis inteligentes lo hace con ayuda de su cerebro y, con ayuda de su libertad convierte sus descubrimientos en ideas. Eso significa que la filosofía, frente al pensamiento economista, abre una ventana que trata sobre un manejo creativo de la libertad humana, lo que antes se llamaba el espíritu del ser humano. Desde ese punto de vista no tenemos que abandonar la filosofía, porque nos ayuda a salir de contextos ideológicos estrechos".

Romanticismo, el descubrimiento de nuevos continentes espirituales

Ahora bien, -se pregunta Safranski- ¿cuál es la herencia de esta era romántica idealista en Alemania? Dice: "El espíritu romántico se fascinó -y es fascinante- por la riqueza creativa del individuo, por su riqueza espiritual, por la fuerza de imaginación y de inventiva de nuestro espíritu y de nuestra mente. Fue, por tanto, una época sumamente subjetiva, una invitación a mantenerse lo más libre posible y a abstenerse de las normas. Y en todas las áreas se contagió este impulso creativo, por ejemplo, se sabe que la música romántica es el apogeo de la música en el siglo XIX, empezando por Beethoven hasta llegar a Richard Wagner, todos ellos fueron románticos. Así que el romanticismo fue una época de descubrimiento de nuevos continentes espirituales. Este estímulo de libertad es tan importante preservarlo en nuestro pensamiento porque sino seremos víctimas del pensamiento unidimensional", afirmó el filósofo.

Aterrizando en la literatura, Safranski ubica la figura del joven Werther, personaje de la famosa novela de Goethe, a cuyo influjo se atribuyó una ola de suicidios en Alemania a inicios del siglo XIX, y ve en él un ejemplo del "subjetivismo extremo":

"Lo extraordinario de Werther es que se trata de una realización propia dentro de un área muy estrictamente fragmentada, no a nivel social general, sino en un ambiente muy exclusivo, que es donde tiene lugar la obra de Goethe. Es una novela genial sobre lo que sucede cuando uno tiene tanto tiempo para dedicarse exclusivamente a su alma, Werther no tiene nada que ver con su amante Charlotte. Solamente está ocupado con sus sentimientos hacia ella. Realmente no está enamorado. Está enamorado de su enamoramiento. Y por eso es una novela extrema sobre la cultura sentimental, que está completamente aislada de la realidad. Por eso es tan maravilloso. Pero por eso mismo, luego Goethe sintió que tenía que salir de casa, y poco después de terminar esta novela se trasladó a Weimar para convertirse en un ministro.

"Es una novela genial sobre el subjetivismo extremo, ya que todos tenemos algo de eso, pues nos gusta huir de la realidad. Por eso la novela que Goethe escribió después, Los años de aprendizaje de Wilhelm Maister, trata sobre cómo relaciono y conecto la vida interior y exterior. Y por eso a Goethe le fascinaron las Cartas sobre la educación estética, escritas por Schiller. En ellas, Goethe encontró cómo superar estos problemas con la fórmula siguiente: la realidad es seria pero el hombre es un jugador, entonces el hombre debe jugar pero sin perder el contacto con la realidad y ahí entra Schiller y su definición del arte, que está basado en el juego".

"Cada uno de nosotros tiene algo de Werther: somos subjetivistas emocionales, y por eso novelas como esta sigue siendo vigente. Cuando Goethe ya anciano leyó nuevamente su Werther supo que ya no podía escribir una cosa tan bella pero también pensó que fue bueno haberla escrito", dice Safranski, y es quizá por ello que ve con optimismo a México, es quizá por eso que opina que el arte nos puede ayudar a entender que nos hemos convertido en idiotas.

"México es un país con futuro. El mundo occidental en Europa va un poco hacia abajo y países como México van hacia arriba, En México, ¡tanta gente joven! En Alemania, muchos pensionados", opina el filósofo alemán, de cuya amistad con Peter Sloterdijk confiesa:

"Es una amistad muy larga que se remonta a inicios de los años 80. Hay un dicho alemán que dice: 'uno se comprende ciegamente a pesar de diferentes posturas". Es decir, la amistad a pesar de las diferencias, como también fue el caso de Goethe y Schiller. Ellos vivieron sus diferencias con gozo, y esas diferencias añadían riqueza a su relación y a su ser. Si uno tiene un amigo así es como tener dos perspectivas para mirar el mundo. Nosotros, Peter y yo, como personas con nuestros dos ojos, tenemos una vista espacial pero con esta amistad también el volumen de nuestra mirada sobre el mundo se agranda", concluye el alemán y ya no solo nos dan ganas de adentrarnos en sus libros, en su historia de la filosofía, sino profundizar en la obra de su amigo Peter Sloterdijk, juntos componen una de las esferas más interesantes, una de las más grandes cimas desde donde puede entenderse el mundo. A leer se ha dicho.


jueves, 1 de diciembre de 2011

Roncagiolo habla sobre su novela Tan cerca de la vida

Estamos Tan cerca de la vida como nos lo permitan las pantallas


Platicamos con Santiago Roncagiolo, uno de los escritores latinoamericanos relativamente jóvenes más importates y activos de los últimos años, y presentamos el resultado. Fueron apenas unos pocos minutitos y hasta el fantasma de la novela Aura de carlos Fuentes se hizo opresente, aunque ya hablamos un poquito de eso. Vayamos más a la novela Tan cerca de la vida, más reciente novela de Roncagiolo que trata sobre un hombre solo en un congreso de tecnología en Japón.


¿Cómo ves la literatura latinoamericana de nuestro tiempo?

Por primera vez este año si veo a alquien haciendo algo en común, como Juan Gabriel Vazquez, Mauricio Crom, como Alejandro Sambra en Chile o Guadalupe Pimentel en México, todos escriben historias políticas en sus países pero a la vez historias personales de sus personajes y esos personajes son hijos de la catástrofe, somos los hijos de la gente en los sesenta, setenta quiso cambiar el mundo y se vio sacudida, pateada y vapuleada por el mundo. Y esto es lo que tiene en común la generación a la que yo pertenezco, que es la que empieza a poder escribir de su pasado, de su vida a los treinta y tantos años que es una edad en la que escribes de eso.

¿A los más jóvenes?

No lo sé, tampoco he leído tanto a los más chavos, uno siempre lee a los que tiene alrededor, Yushimita, ese sí lo he leído, es un autor bien peculiar, bien personal, pero es difícil saber y tampoco tengo ninguna autoridad para decirlo, osea si he leído mucho a la gente que esta a mi alrededor y además la veo y me la encuentro y tenemos muchas inquietudes comunes, pero no tengo un panorama muy amplio de los escritores.


¿Qué te da por hacer un novela de ciencia ficción ubicada en Japón?

Cuando escribes de temas políticos te empiezas a convertir en un figura política y los periodistas te empiezan a preguntar que piensas de Hugo Chávez, cuando va acabar la crisis financiera, qué hacemos con el narco, y es extraño quería hacer algo totalmente distinto, quería probarme haciendo algo totalmente diferente, no quería estancarme en historias políticas y ha funcionado, nadie me ha preguntado por Hugo Chávez en esta FIL.


¿Porqué ubicar un relato en un territorio distinto?
Porque quería un personaje muy solo, un personaje que siente que está en otro planeta, que está en Saturno y lo más cercano que había a Saturno era Tokio. Yo escribo de lo que vivo, yo he sido mucho tiempo lo que es Max, un hombre solo en un hotel que habla con mucha gente durante el día y luego llega a su cuarto y está solo y quería hablar de eso, me gustaba el escenario de Tokio porque es una ciudad muy misteriosa, extraña para un latinoamericano, y llena de escenarios que me habían impactado mucho, como un lugar donde puedes alquilar la compañía de gatos, o el café donde te atienden estas especies de personas chiquitas, todos esos lugares eran lugares que quería contar.


Se trata de una búsqueda vital, un amor...
Creo que es una historia de amor, tampoco había escrito nunca una historia de amor, cuando la escribir, también una de las cosas por las que no quería hacerlo político es que escribí historias políticas y recibí amenazas de muerte, campañas de difamación en medios, amenazas de abogados y me di cuenta que si vas a pelear esas peleas vas a luchar solo, los editores salen corriendo, el mundo literario no va a estar ahí, tus amiguitos pobres van a salir corriendo, los primeros, y lo que te salva el pellejo es el amor, la gente que te quiere es la gente que te sostiene el mundo cuando este se derrumba, por eso quería escribir una historia de amor, quería hablar de eso también, de un hombre al que su mundo se derrumba y que se aferra a una mujer.

¿Cuando eras más joven querías ser conocido?
Claro que sí, quería que mucha gente leyese mis libros, hacer giras y todo eso, luego no es gran cosa. Los primeros años que todo empezó a salir bien con los libros yo estaba eufórico, luego creo que descubres que tu carrera se ha vuelto sólida porque cuando te proponen un viaje dejas de pensar que bien, viaje gratis y empiezas a pensar otra vez viaje y ya no es tan divertido; es un poco solitario y los hoteles dejan de parecerte muy lujosos y los sientes vacíos; pero lo que queda y si me importa es que puedo vivir de mi trabajo creativo y eso es lo importante, que tienes que ir a hoteles y dar entrevistas, bueno, hay mucha gente que tiene trabajo mucho peores, no es algo de lo que te puedas quejar, y si eso sirve para que puedas seguir haciendo libros, genial. El éxito para mi es poder hacer más libros, poder vivir escribiendo libros y poder vivir incluso correr riesgos como éste que son cosas muy distintas. Cada vez, seguir vivo creativamente. Tratar de ser famoso o algo así, no creo que la fama de un escritor sea mucha.

¿El éxito y la fama son trabas, infectan, el escritor se desconcentra?

Creo que cada quien lo maneja como pueda, tampoco es una gran fama la de un escritor, no trabajas con tu cara, no eres una actor, si Dan Brown pasase por aquí yo creo que no lo reconocería y ha vendido millones y millones de libros. Que alguno se puede echar a perder con la fama, sí, puede ser. A mí me pasa por ejemplo que yo no tengo presión de las editoriales para sacar más de un libro al año porque yo escribo más de un libro al año, yo soy más rápido que ellos, yo les digo que por favor no los saquen todos al mismo tiempo, por qué me encanta lo que hago osea que si se necesita más leña le daré leña. Y luego toda la cosa social, al menos en mi caso, ya no te parece tan… bueno aquí tengo algunos amigos con los que me veo y me aíslo bastante. Lo importante deber ser siempre tu trabajo para sobrevivir. Si estas sacando libros interesante es probable que te vaya bien, si bebes cervezas en las fiestas puede que ni siquiera escribas.


¿A qué obedece el del lenguaje en segunda persona?
Para Max todas las personas son iguales, le parece que todo el mundo es igual, May? Ya es diferente, es una y por eso quería tratarla de modo diferente y luego otro, que le daba mucho suspenso a la historia, que te la pasas leyéndola y preguntándote quien está contándotela y que me gusta ese juego con el lector y que me gusta que incluso él decida quien está hablando. Es una cosa que me robe de Carlos Fuentes, en Aura está todo hecho en segunda persona y es muy inquietante que este todo en segunda persona. Siempre estás haciendo preguntas.


¿Te gusta Carlos Fuentes?
Sí, el que más me gusta es Aura, pero me gusta en general y además siempre ha sido muy amable conmigo, me sorprendió mucho su amabilidad, conmigo y con la gente de mi generación. La verdad es que no deja de ser de los escritores con los que tú creciste, que sepa que tu trabajo existe, que les interese es halagador.


¿Qué tan cerca estamos de la vida?
Lo suficientemente cerca para verla en la tele, está ahí en pantallas, todo está ahí, no hace falta hacer nada aquí afuera.

Entrevista con F H Haghenbeck


Francisco Haghenbeck es serio pero le gusta reírse. Es un poco raro. En su novela El diablo me obligó mete fantasmas, prostitutas y padrotes, violencia hard y mucha imagen: "Quise hacer este relato de terror recuperando muchas cosas que me gustan del comic, entonces es muy gráfico, muy visual, y además quise incluirle imágenes del tipo de cine de Quentin Tarantino y de Robert Rodríguez: se logró una narración muy divertida", opina el escritor mexicano.

"Yo creo que hay escritores que articulan con palabras e imagenes y escritores como Bef y yo que articulamos con imágenes para platicar historias. Es una obra muy visual en la que parece que estás haciendo zapping. Yo soy un ávido consumidor de todos los medios, inclusive de las series de televisión, porque han ayudado mucho a revalorar la manera de contar historias. Ojalá nos pudieran ayudar más a los escritores de México".

"Yo siento que en los últimos 10 años la forma en que narras las cosas ha cambiado muchísimo. Pero en México seguimos muy anclados en formas de escribir de los 40 y 50. Los fantasmas y los diablos de los grandes escritores nos siguen opacando mucho. Yo creo que hay que voltear a otros medios que es donde hay más frescura. Si hay un medio un poquitín más arcaico con telarañas es la literatura; hay que voltear a los otros medios", opina Haghenbeck.

Sin perder el humor también lanza una crítica certera y lacerante: "Tratar de seguir emulando obras de Fuentes, de Paz o de Rulfo se algo absolutamente ridículo en el siglo XXI cuando aparecen 23 muertos aquí. Hay que vivir la actualidad y hablar con el mismo lenguaje de nuestra época para llegar a los nuevos lectores. Se nos ha olvidado que nosotros escribimos para la gente y yo creo que en México dejaron de escribirle a la gente y comenzaron a escribirle a los críticos y, entonces, cuando alguien como Bef hace algo que es totalmente prohibido en la literatura, que es hacer una novela divertida, no saben qué hacer: la criticamos o no. Hay que empezar a cambiar los esquemas", afirma el escritor, quien finaliza con una frase para pensar: "los mexicanos somos sobrevivientes y sobrevivimos a través del humor".

La FIL según sus protagonistas

Días antes de que comenzara este importante evento anual en Guadalajara, nos dimos a la tarea de preguntarle a algunos de sus protagonistas lo que esperaban de esta edición número 25. A continuación anotamos lo que nos comentaron:


El gran evento cultural


Un milagro. El evento cultural más importante en México. Una cita comercial indispensable. Una gran plaza pública para hablar sobre literatura. Esto es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para algunos de sus protagonistas. Veamos a detalle.

México se desmorona pero la FIL se sostiene


Para Carmen Boullosa "la FIL es una especie de milagro en el contexto del México contemporáneo. Mi certeza es que mucho se desmorona -instituciones, proyectos, sueños, deseos-, y que la FIL, a contrapelo, ha levantado una institución, la realidad de un proyecto, el sueño de muchos, los deseos comunitarios de lectores, editores y escritores".


Por su parte, Sergio González Rodríguez afirma que se trata del "acto cultural de mayor importancia en México. Su vigencia durante 25 años se debe a la tenacidad y agudeza intelectual de Raúl Padilla y su equipo de colaboradores, que ahora encabeza Nubia Macías. En sus 25 años, quisiera celebrar el espíritu de tolerancia de la FIL y solicitarle que, en el futuro, mantenga su atención a las críticas de los jóvenes".


Sin dejar de lado la parte económica de la FIL, el editor de Páginas de espuma, el español Juan Casamayor, comenta: "Desde hace 10 años viene siendo la cita comercial que cierra el año, que hace la valoración de año saliente y prepara el entrante con los distintos clientes".

El lugar para cumplir sueños literarios


Muchas anécdotas se producen en el interior de este evento. Repasemos algunas. Un joven y entusiasta Antonio Ortuño, quien ha asistido a todas las Ferias del Libro de Guadalajara, recuerda que durante toda su juventud temprana: "había buscado inútilmente las novelas policiales de Boris Vian, en cada librería de Guadalajara. Finalmente, en la FIL de 1994, la número ocho, tardé 20 minutos en dar con las cuatro novelas y hacerme de ellas. Tenía 18 años, pero me invadió la misma sensación de omnipoder de un niño de cuatro al que le amanece en Navidad el mono que pidió".


Hablando de Ortuño, Juan Casamayor recuerda que una vez saliendo de un acto en el que participó con Antonio, "una elctora me detuvo convencida de que yo era Fernando Iwasaki. No había modo de convencerla de lo contrario. Ni ayudaba que Antonio le alentara divertidamente en el equívoco".


Sergio González también nos platicó un momento espeical: "Recuerdo mi encuentro con el escritor italiano Roberto Calasso en un acto de la FIL, en el que tuve la fortuna de presentar uno de sus libros traducidos al español: pocas veces un lector tiene el privilegio de expresar en persona su gratitud al escritor admirado. Para mí fue el cumplimiento de un deseo que se remontaba a muchos años atrás. La FIL sirve también para cumplir este tipo de sueños literarios: el encuentro personal con los escritores".


Dentro de 25 años


Como un ejercicio literario, imaginativo cercano a la Ciencia Ficción, Sergio González y Antonio Ortuño nos comentan cómo se imaginan la FIL cuando llegue a su edición número 50, en el año 2036:


"En 25 años más, se vivirá plenamente una época post-literaria y post-libresca. El concepto del libro tradicional será ampliado a interconexiones múltiples con otros medios electrónicos, y el libro en papel perdurará como algo excepcional. Por fortuna, la lectura continuará como un acto humano por excelencia, que la FIL deberá honrar como siempre lo ha hecho", dice el escritor chilango.


Su colega tapatío más joven es menos optimista: "Tendré 60 años y habrá pasado lo que sea que tenga que sucederme. Si sigo vivo y cuerdo, si hay país, si hay FIL, espero que todos mis amigos sean autores consagrados y mis enemigos estén sentados entre el público, con el hígado en la garganta", dijo.

(este artículo fue publicado en el periódico El Economista)