martes, 29 de noviembre de 2011

¡Viva Aura! ¡Muera Fuentes!

El Aura de Aura en la FIL


Un fantasma recorre Guadalajara. Concretamente: los pasillos de la vigésimo quinta edición de la Feria Internacional del Libro de esta ciudad. Es el aura de Aura, una novela resonante en esta hora aciaga de nuestro país, hora que marca muertos a contra reloj. El fantasma lo vimos pasar en el lobby del Hotel Hilton mientras entrevistamos a Santiago Roncagliolo y Francisco Haghenbeck, dos escritores de la misma generación a quienes les dio por explorar, de formas totalmente diferentes, el relato fantástico en sus últimas obras.


Haghenbeck pertenece a esa parcela de escritores que no termina por ser del todo aceptada y, más bien, es denostada y tomada muy poco en serio por la intelligentsia realmente cultural del momento. La más reciente novela de Bef (gran amigo de Haghenbeck), Hielo negro no la han bajado de un experimento fallido -si bien recibió este año el Premio de novela Mondadori- pero nadie se ha atrevido a criticarla por escrito y con fundamentos porque también en eso nos rayamos: pocos críticos leen las obras que comentan. No es un hecho comprobable. Aquí me recargo hacia el lado de la intuición. Ahora bien, Haghenbeck, que padece este desdén aunque llegara a negarlo, por eso comenta:


"Se han olvidado que grandes escritores -Edgar Allan Poe, el primero- han entrado en ese mundo del terror. Aunque reconozco que la mejor historia mexicana de fantasmas es Aura, de Carlos Fuentes, que la esconden como literatura mayúscula", opina el mexicano para quien Ojos de lagarto, de Bernardo Fernández y Balas de plata, de Élmer Mendoza son las más grandes novelas mexicanas de los últimos años.


Unos minutos después nos cambiámos de mesa, a donde desayunaba el escritor peruano Santiago Roncagliolo, que es un poco tímido y simpático en las fiestas (eso lo comprobamos el día de ayer por la noche en la fiesta de los periodista porque ya se le veía un tanto pispireto por efecto del tequila, o del vodka o del whisky) y que como rasgo físico podemos mencionar que es guapo y que esas canas que ya anuncia su cabello parece que le vienen bien como a los actores de la tele que cuando se vuelven hombres maduros tanto le encantan a las señoras, el síndrome Juan Ferrara. Las canitas de Ronca nos comprueban que el tiempo pasa y que ningún escritor puede eternizarse siendo joven. No hay Peter Pan en esta Fantasía literaria. Acá nunca jamás serán tan célebres como los rockstars (que si tienen la fortuna de morir a los 27 años pueden convertirse en mitos. En el futbol la cosa es peor porque ), y esa incapacidad, supongo, ha de ser la que los hace crear eventos y festivales y ferias y cocteles para codearse con la socialitté erudité. Es una cosa enfermiza que se tragó a Fuentes y al mismísimo Gabo. No nos olvidemos de nuestro apóstol Volpi, de radiante y lumínica chabeta: ¡cuánto tiempo pasará lustrando su cabecita! Probablemente considere a tal ejercicio uno de índole mental.


Bueno, Roncagiolo es más escueto que nuestros giros. Roncagiolo probablemente pensó que nos hacía un favor y por eso su tono fue un tanto hastasumadre y ahí fue que le preguntamos sobre la fama. El nos dijo que no era gran cosa y que ¡claro que siendo más joven la había deseado! Hoy ya se ve más viejo, lo cual significa: más cansado y desencantado. Y eso es bueno. Pero bueno, a lo que nos truje: hablábamos del aura de Aura y es que Santiago, en su más reciente novela, Tan cerca de la vida, construye un relato de amor y ciencia ficción narrado en segunda persona. He aquí la estela aúrica de la obra de fantasmas:


"Este estilo es una cosa que me robé de Carlos Fuentes: en Aura está todo hecho en segunda persona y eso es muy inquietante. Siempre te mantienes haciendo preguntas", comenta el peruano.


El verdadero fantasma: la literatura


A juicio personal no concuerdo con Haghenbeck. Prefiero a Juan Rulfo con Pedro Páramo o con relatos tan potentes y tan manoseados como "¡Diles que no me maten!" Aura y Pedro Páramo son dos novelas de fantasmas. La primera escrita por Carlos Fuentes y la segunda por Juan Rulfo. Y los fantasmas hoy son los que nos persiguen hasta Guadalajara. Hoy, en México, donde ningún rincón se salva del fuego. Aquí los libros andan con vida propia pero su espíritu es la literatura y este es el que nunca muere. Los libros sí. La belleza de la FIL está en ese espíritu literario que aquí no se resguarda, no teme; al contrario, emerge con imágenes y metáforas que, a su vez, forman anécdotas e historias, espíritu que recorre Guadalajara como si tuviera cuerpo y fuera de aquí para allá vivito y coleando. Entonces el aura, ordenados con Walter Benjamin, está en el arte, en la literatura y en las ideas: es la expresión siempre inabarcable de una lejanía. Es un eco y un espejismo. Una la huella de un paso jamás dado.


Quienes si andan por los pasillos, en los salones, en el lobby del Hotel Hilton (epicentro social de la Feria), son los autores, quienes, aparentemente vivos, caminan y hacen lo que se supone debe hacer un escritor: dar entrevistas, acudir a los festejos, ser polites con los otros autores aunque la presencia de algunos les reviente el hígado, conocer agentes, emborracharse, hacerle sencillita la vida a los lectores: darles las pistas para que puedan descifrar sus libros y ya no necesiten tener la osadía de abrirlos para descubrir en las páguinas sus secretos, sino que baste la firma y ubicarlo en su lugar en un librero siempre limpiectio y reluciente; más las estrategias básicas de supervivencia en el mundillo literario: vapulear al enemigo / ufanar al amigo.


No obstante, insisito, la literatura aunque realmente muy pocos lo saben, es lo verdaderamente importante aquí y lo que nunca va a morir, pues mientras exista un libro (en el formato que se antoje), la posibilidad de que surga la literatura permanecerá... sí, invisible, fantasmal y evasiva... sí, también como un lujo... sí, cara... como lo es sobrevivir. Pero si algo le podemos aprender a los muertos es a no cejar en su necesidad de espantarnos, de removernos, de mostrarnos lo obsceno (lo que está fuera de foco, fuera de escena) y lo oscuro. ¡Viva Aura! ¡Muera Fuentes! Así o más claro.


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